Una de las curiosidades no tan curiosas de la historia es la ceguera y la falta de escrúpulos de gobernantes y personajes satélites. En España tenemos el dudoso honor de ser uno de los países que ha perdido los restos de un imperio por la codicia de los responsables políticos de la época.

A finales del siglo XIX y con la guerra contra EEUU tocando a la puerta, un marino español, llamado Isaac Peral, inventó un navío que era infinitamente superior a cualquier flota del momento. En 1885 el teniente de navío Isaac Peral contactó con el Ministro de Marina, Manuel de la Pezuela y Lobo, para exponerle sus teorías sobre la posibilidad de realizar un torpedero sumergible que pudiese defender las costas con éxito. El 4 de octubre de 1886 y mediante una Real Orden, se autorizó la construcción del nuevo aparato, dotándolo de un crédito inicial de 25.000 pesetas. El 8 de septiembre de 1888 se botó el submarino en San Fernando (Cádiz) constituyéndose una comisión de marinos presidida por el capitán general Florencio Montojo Trillo para evaluar si el prototipo superaba los criterios de calidad exigidos por la Armada.

Ilustración de las pruebas

Ilustración de las pruebas

El buque realizó con éxito todas las pruebas realizadas y demostró ser una magnífica adquisición para la Armada: disponía de una autonomía de 66 horas, un radio de acción de 511 kms, tenía periscopio, aparato de puntería, giroscopio, tubo lanzatorpedos y servomotor para mantener la estabilidad. En definitiva, era un arma de guerra excepcional. Pero he aquí donde entra en acción uno de los negros personajes que de vez en cuando aparecen en escena en cualquier momento de la historia. Nos referimos a Basil Zaharoff. Éste era un traficante de armas de la época, experto en boicotear a los competidores, corromper políticos y vender las mismas armas a varios países. Tanto era su interés que le había intentado comprar al mismo Peral las patentes durante un encuentro fortuito en Londres, pero el marino español había rechazado las interesantes ofertas que le habrían convertido en un hombre rico. Contrariado por la negativa, Zaharoff comprendió que la única manera de apoderarse de la patente sería mediante el sabotaje y el soborno a los políticos de la época. Lo consiguió en la prueba del simulacro de ataque al crucero Colón. Tras el mismo, a pesar de lo satisfactorio del resultado, la junta técnica, posiblemente sobornada por el ruso, indicó que el submarino tenia poca estabilidad, poca velocidad y radio de acción y que no se sumergía con la rapidez deseada… en resumen, no servía. El ministro de Marina, el almirante Beránguer, emitió un informe desfavorable del submarino y desaconsejó su incorporación.

Basil Zaharoff

Basil Zaharoff

Triste historia de corrupción que fue la responsable del devenir histórico de España durante buena parte del siglo XX.

Colaboración de Yerout Tarajano Rodríguez
Ilustración: Murcia Digital