Los francotiradores del ejército alemán habían mejorado considerablemente sus armas y sistemas ópticos desde la Primera Guerra Mundial. Su excelente preparación y los precisos fusiles Máuser Kar 98k provocaron el pánico entre los aliados durante los dos primeros años de la Segunda Guerra Mundial. Los tiradores alemanes avanzaban con las tropas, cubrían sus flancos y abatían a observadores, nidos de ametralladoras, operadores de artillería…, provocando la desmoralización de las tropas, que sentían que no se encontraban a salvo en ningún momento.

Una de las tácticas de los francotiradores alemanes durante un avance enemigo consistía en herir primero a los soldados situados en las últimas filas mediante certeros disparos en sus estómagos. Los desgarradores gritos de los heridos provocaban el pánico entre sus compañeros, los tiradores alemanes aprovechaban esos momentos de desconcierto para alcanzar en la cabeza a los soldados enemigos más próximos. Otra técnica similar usada por los francotiradores era la de no matar, sino herir un enemigo, y cuando sus compañeros acudían a socorrerlo aprovechaban para causar más bajas. Los francotiradores alemanes también lograron sembrar el pánico y el desconcierto entre las filas aliadas disparando de una manera selectiva a los oficiales y mandos enemigos. Fue tan alto el número de bajas entre los oficiales británicos que, en determinado momento, se llegó a suprimir toda señal o distintivo de rango de sus uniformes.

A pesar de ello, los tiradores alemanes seguían identificando y haciendo blanco en los oficiales. Una vez capturaron a un francotirador alemán y le interrogaron para saber cómo conseguían identificarlos; les respondió que…

¡disparaban a los soldados que tenían bigote!

¿Y por qué llevaban bigote los oficiales británicos? Según la Orden nº 1.695 del Reglamento Real de 1860:

El pelo de la cabeza se mantendrá corto. El mentón y la parte inferior del labio se deberá afeitar, pero no la parte superior…

mostacho oficial británico

Al comienzo de la Primera Guerra Mundial los soldados comenzaron a obviar aquella obsoleta normativa porque en muchas ocasiones los bigotes/mostachos impedían que las máscaras de gas se ajustasen perfectamente, con el potencial peligro de inhalar los gases. El 6 de octubre de 1916 el general Sir Nevil Macready derogó la obligación del bigote. Aún así, muchos oficiales que llevaron bigote desde que eran soldados rasos lo siguieron manteniendo… y aquello fue su sentencia de muerte.

Fuego a discreción

Historias insólitas, humanas, crueles, ingeniosas, cómicas… e incluso esta de los bigotes, podéis encontrarlas en el libro: ¡Fuego a discreción!: Historias sorprendentes de la Primera y Segunda Guerra Mundial