En los primeros años de la guerra de Vietnam, el ejército de los EEUU estaba totalmente convencido de la necesidad de aquella guerra y se mostraba unido y disciplinado. A medida que la guerra se prolongó, la moral y la disciplina se deterioraron. Igualmente ocurrió entre la población civil americana que contemplaba los horrores de la primera guerra retransmitida por los medios. Lo que el presidente Lyndon B. Johnson había pensado que sería un paseo militar, se convirtió en un infierno. Así que, solicitó el apoyo o, mejor dicho, la ayuda militar de varios países occidentales entre los que se encontraba España -considerando a Franco un anticomunista reconocido parecía una buena opción-. En 1965, Biddle Duke, el embajador estadounidense en España, entregó personalmente a Franco una carta de Johnson en la que le explicaba sus proyectos en Vietnam y le solicitaba su ayuda…

[…] En esta situación debo expresarle mi profunda convicción personal de que las perspectivas de paz en Vietnam aumentarán en la medida en que los necesarios esfuerzos de los Estados Unidos sean apoyados y compartidos por otras naciones que comparten nuestros propósitos y nuestras preocupaciones. […] Le pido ahora que considere seriamente la posibilidad de incrementar dicha asistencia mediante métodos que indiquen claramente al mundo la solidaridad del apoyo internacional a la resistencia contra la agresión en Vietnam y al establecimiento de la paz en dicho país.

La carta de Franco como respuesta no tiene desperdicio…

Mi querido Presidente Johnson:
Mucho le agradezco el sincero enjuiciamiento que me envía de la situación en el Vietnam del Sur y los esfuerzos políticos y diplomáticos que, paralelamente a los militares, los Estados Unidos vienen desarrollando para abrir paso a un arreglo pacífico. Comprendo vuestras responsabilidades como nación rectora en esta hora del mundo y comparto vuestro interés y preocupación, de los que los españoles nos sentimos solidarios en todos los momentos. Comprendo igualmente que un abandono militar de Vietnam por parte de los Estados Unidos afectaría a todo el sistema de seguridad del mundo libre.

Mi experiencia militar y política me permite apreciar las grandes dificultades de la empresa en que os veis empeñados: la guerra de guerrillas en la selva ofrece ventajas a los elementos indígenas subversivos que con muy pocos efectivos pueden mantener en jaque a contingentes de tropas muy superiores; las más potentes armas pierden su eficacia ante la atomización de los objetivos; no existen puntos vitales que destruir para que la guerra termine; las comunicaciones se poseen en precario y su custodia exige cuantiosas fuerzas. La guerra en la jungla constituye una aventura sin límites.

[…] Comprendo que el problema es muy complejo y que está presidido por el interés americano de defender a las naciones del sudeste asiático de la amenaza comunista; pero siendo ésta de carácter eminentemente político, no es sólo por la fuerza de las armas como esta amenaza puede desaparecer. Al observar, como hacemos, los sucesos desde esta área europea, cabe que nos equivoquemos. Guardamos, sin embargo, la esperanza de que todo pueda solucionarse, ya que en el fondo, los principales actores aspiran a lo mismo: los Estados Unidos, a que el comunismo chino no invada los territorios del sudeste asiático; los Estados del sudeste asiático, a mantener a China lo más alejada de sus fronteras; Rusia, a su vez, a que su futura rival, China, no se extienda y crezca, y Ho Chi Minh, por su parte, a unir al Vietnam en un Estado fuerte y a que China no lo absorba.

No conozco a Ho Chi Minh, pero por su historia y sus empeños en expulsar a los japoneses, primero, a los chinos después y a los franceses más tarde, hemos de conferirle un crédito de patriota, al que no puede dejar indiferente el aniquilamiento de su país. Y dejando a un lado su reconocido carácter de duro adversario, podría sin duda ser el hombre de esta hora, el que el Vietnam necesita. En este interés superior de salvar al pueblo vietnamita y a los pueblos del sudeste asiático, creo que vale la pena que todos sacrifiquen algo.

He deseado, mi querido Presidente, haceros estas reflexiones confidenciales en el lenguaje directo de la amistad. Aunque sé que muchas están en vuestro ánimo, le expongo lealmente mi juicio con el propósito de ayudar al mejor servicio de la paz. y del futuro de los pueblos asiáticos.

Su buen amigo,
Francisco Franco
JEFE DEL ESTADO ESPAÑOL

Así que, nada de ayuda militar y, además, cuestionó el propio conflicto e incluso se atrevió a alabar al propio Ho Chi Minh. Aún así, no quería enemistarse con los EEUU y decidió enviar un equipo del Cuerpo de Sanidad Militar compuesto por doce personas. En septiembre de 1966, el equipo español se estableció en Go Cong a 60 Km de Saigón. En un hospital de 200 camas, los doce españoles auxiliados por algunos vietnamitas atendían militares estadounidenses y vietnamitas, nativos e incluso a algunos que sabían que pertenecían al Vietcong; aquel trato a los pacientes si ningún tipo de discriminación les hizo ganarse el favor de todos y pudieron trabajar sin muchos contratiempos. Otra cosa fue su residencia que, por cercanía a un cuartel, sufrió algún que otro ataque. En uno de estos ataques es donde actuó el capitán médico Merlos Saldaña.

Miembros del Cuerpo a la puerta del hospital

Miembros del Cuerpo a la puerta del hospital

Durante una noche en la que el Vietcong bombardeaba con morteros el cuartel, los sanitarios españoles bastante tenía con ponerse a cubierto y rezar para que su residencia no recibiese muchos impactos. A pesar del ruido provocado por las explosiones y las balas, desde la residencia de los españoles se oían los gritos y lamentos que salían desde el cuartel. El capitán Merlos decidió ir hasta el cuartel para ayudar a los heridos, para ello debía atravesar el terreno que separa ambos edificios y sortear el fuego cruzado. Cogió un botiquín y salió corriendo hasta el lugar de donde procedían los gritos… encontró a un sargento estadounidense herido en el suelo. A pesar de que el edificio seguía siendo bombardeado, consiguió ponerlo a salvo y estabilizarlo durante todo el día. Cuando todo terminó, se fue directamente al hospital para seguir atendiendo a los heridos. Él consideró que era su deber… los americanos le concedieron una medalla por su valor.

Durante cinco años casi un centenar de militares voluntarios, en contingentes de 12, prestaron servicio en aquel hospital sin ningún reconocimiento por parte del Gobierno español. Las autoridades de Go Cong dedicaron un puente a los españoles.

Puente de España

Puente de España

Fuentes y fotos: AME (Asociación de Militares Españoles), El Mundo, Los médicos de Franco