Cuenta la tradición que a principios del siglo XIII vivían en Teruel los jóvenes Juan Diego Martínez de Marcilla e Isabel de Segura, descendientes de familias muy principales. La vecindad de ambas casas y el trato constante desde la infancia, se convirtieron con el tiempo en un profundo amor mutuo; entonces Juan Diego solicitó a D. Pedro Segura, padre de Isabel, la mano de su hija. Este, aunque estimaba la nobleza y las dotes del pretendiente, rehusó aceptar alegando la escasez de fortuna por tener hermano mayor que heredaría a su padre. Informado Juan Diego de esta dificultad, tras mucha insistencia consiguió que la familia de Isabel le concediera un plazo de cinco años para lograr mejorar su situación de hijo segundo y poder así casarse con Isabel. Juan Diego partió a la guerra comprometiéndose a regresar en el plazo de cinco años con la fortuna necesaria para contraer matrimonio con Isabel.

Pasaron los años, y en Teruel nadie tenía noticias de Juan Diego. El plazo de cinco años llegó a su fin y el muchacho no regresó. La falta de noticias y el retraso en su vuelta llevó a pensar a todo el mundo que Juan Diego habría muerto en alguna batalla y por eso no había regresado cumplido el plazo. Pensando que Juan Diego estaba muerto, Isabel acabó casándose con otra persona. El mismo día de la boda, regresó Juan Diego a Teruel cargado de honores y riquezas, pero era demasiado tarde, Isabel se había casado y pertenecía a otro hombre. Desesperado, Juan Diego se reunió con su amada para despedirse de ella, rogándole que, en prenda de su imposible amor, le diera un beso. Ella, invocando su honradez, se lo negó y entonces, Juan Diego cayó muerto a sus pies. Al día siguiente, la familia Martínez de Marcilla dispuso los funerales de Juan Diego en la iglesia de San Pedro. Durante la celebración litúrgica, todos los asistentes vieron acercarse al cuerpo muerto de Juan Diego a una dama encubierta que, llegando hasta él, descubrió su cara, lo besó, y cayó desplomada sobre él. Todos los presentes en el entierro se acercaron para socorrerla, y cuando fueron a apartarla vieron que era Isabel de Segura; que había ido a dar a Juan Diego, el último beso que le negó en vida y, al dárselo, ella también cayó muerta desplomada sobre él.

Las gentes de Teruel interpretaron la muerte de los dos jóvenes como una prueba de amor auténtica y, ya se decidió en aquel entonces, que ambos jóvenes fueran enterrados juntos para siempre… Y esta es la leyenda de los Amantes de Teruel.

Este año, con motivo del 800 aniversario de la muerte de la pareja, se han celebrado un centenar de actividades lúdicas y culturales que culminarán en enero de 2018 con la Ópera de los Amantes de Teruel, producida por la Fundación Amantes y especialmente concebida para ser representada en la Iglesia de San Pedro de Teruel, escenario original de la leyenda de los amantes, por músicos y cantantes de la ciudad. La música del compositor turolense Javier Navarrete (galardonado con un Emmy y nominado para un Oscar y un Grammy), un libreto basado en textos medievales y una puesta en escena minimalista pero intensa, nos cuentan la historia del amor imposible y trascendente de dos jóvenes del siglo XIII. Pero este mes todavía podremos disfrutar de Cascanueces, representado por el Ballet Clásico de la compañía de Ana Ivannova, y… del cierre de la Cápsula del Tiempo. Hoy, en los Jardines de la Iglesia de San Pedro, se procederá a introducir en la Cápsula del Tiempo todo el material que haya sido recopilado y clasificado para los turolenses del futuro. Una vez sellada la cápsula, se trasladará al Mausoleo de los Amantes, para que allí quede custodiada hasta el año 2117.

Lo último que se introducirá en la cápsula será el ejemplar del hoy del Diario de Teruel, en el que se incluye esta historia que he escrito. Así comienza…

Si 100 años atrás alguien hubiese asegurado que el hombre sería capaz de poner un pie en la Luna, se le habría tachado, curiosamente, de lunático. Hoy, superado ese acontecimiento y mirando al futuro, empiezan a tomar fuerza teorías como la del profesor Stephen Hawking que advierte del riesgo de extinción al que se enfrenta nuestro planeta como consecuencia, esencialmente, de la superpoblación, el cambio climático y el agotamiento de los recursos. Algo que podría suceder en un plazo de 30 años. Por ello, insta a la humanidad a establecer colonias en Marte y en la Luna, y prepararse para crear allí un nuevo mundo. Así que, cuando dentro de 100 años se abra la cápsula del tiempo que contiene este periódico, no sé si estaréis en la Luna, Marte, Titán, Venus… o, milagrosamente, puede que sigáis por aquí. Sea como fuere, sólo os pido que os echéis una copa de vino para brindar por Teruel (el de la Tierra): un territorio escasamente poblado, de clima duro y orografía poco favorable; limitaciones que confieren a las gentes que aquí nacen un carácter fuerte e indómito, además de crear un vínculo con la tierra y entre nosotros que no rompen ni la distancia ni el tiempo […]

El resto, en el Diario de Teruel… o sobrevivir hasta el 2117 cuando se abra la cápsula.

(Portada de Silvia Hernández Muñoz)