El gran Francisco de Quevedo fue uno de nuestros grandes literatos que utilizó la sátira, la burla y la ironía como nadie. Si se pudiera trasladar a este genio de las letras hasta nuestros días, también sería un gran político… yo diría el más grande.
Esta apreciación no es gratuita, tiene su explicación. Los políticos hoy en día, no sé que habremos hecho para sufrir este castigo, tienen que ser unos virtuosos en la práctica del discurso en el que «nos la meten doblada» pero de tal forma que no nos enteramos e incluso nos gusta. Y en ésto Quevedo era el mejor.
En una reunión de escritores, en la que todos conocían la facilidad de Quevedo en el manejo de la ironía, le retaron para que llamase coja a una dama de la corte que era muy arrogante/soberbia/presumida/petulante… pero que sufría de «cierta asimetría en sus extremidades inferiores» (vamos, que era coja) sin que se ofendiese. ¡Como no! Quevedo recogió el guante. Se dirigió a un jardín cercano y cortó un clavel reventón y una rosa roja, se acercó a la dama y le dijo:
Entre el clavel y la rosa, vuesa merced es-coja…
No sabemos la elección de la damisela pero sí que Quevedo ganó la apuesta.
Fuente: El parche de la Princesa de éboli – Mª Pilar Queralt
Esta anécdota me la han contado de pequeño, como cuento de buenas noches, como entre tiempo, …. es decir antes que contarme eso de Pedro y el lobo, me han contado cosas de historia
Vamos, que me encanta recordarla.
Desde luego es de un ingenio muy grande, y de una gran sutileza.
Abrazos
Me alegra que esta anécdota te haya trasladado a tu infancia.
Un abrazo J.J.
[…] Quevedo, un gran político… como los actualeshistoriasdelahistoria.com/2009/10/28/quevedo-un-gran-politic… por kobeto hace pocos segundos […]
Esta historia la he leido yo en alguna otra parte, pero no era una dama cualqueira, sino la misma Reina.
No se cuanto tendrá de verdad y cuanto de mentira, pero es realmente buena!
Quevedo es genial!! Leerle es un gran placer. Lo recomiendo encarecidamente. Un abrazo.
Que Góngora, su íntimo enemigo, tuviera que vérselas con la mordacidad de Quevedo no está pagado. Pobre Luis. ¡Ja,ja,ja,ja,ja!
Pagaría por poder contemplar un duelo, dialéctico, entre Quevedo y Góngora.
Genial anécdota, gran post y gran blog, con tu permiso lo enlazo al mío.
Saludos
Gracias por el comentario y por el enlace.
Un saludo
Acudo a tu blog a que me ayudes solidariamente a difundir este mensaje:
http://circuloscerrados.blogspot.com/2009/10/centros-tic-tac-tic-tac-de-la-ceja.html
GRACIAS
Hola Javier: Te deje un comentario por el twiter. No se si podras leerlo.
Saludos y gracias por visitar el blog
jajaja, que bueno qué recuerdos me has dado, cuando era pequeña (de eso hace siglos) y me daban a elegir algo siempre me decían esa frase pero nunca he sabido, hasta hoy y gracias a tí, quien fue el creador de ella.
Conocía el anécdota, pero me gusto volver a leerlo. Ami me recuerda al Cyrano de Bergerac.
saludos.
Quevedo era más que eso. Era cojo, pero se batía en duelos; era religioso y llevaba la cruz en su pechera, pero mujeriego como el sólo. Estuvo en la cárcel por ceñir la daga y darle matarile a algún deslenguado. Frecuentó los barrios bajos donde disfrutó del vino al tiempo que brindaba su jarra con manolos y miriñaques de la corte.
Quevedo era un persoje en el sentido amplio, preocupado de su jubón y de la guerra de flandes. Era un cabronazo (el adjetivo le define) deslenguado y mordaz con una capacidad única de improvisación. Se bebía la vida a cuartos.