Colaboración de Senovilla

Si alguno de nosotros queremos indicar que algo está muy lejos o lejano usamos el conocido dicho «está en la Conchinchina«.

A los españoles les encantó de siempre expandirse por todo el mundo y llegaron hasta la Conchinchina, esta vez fue con presencia misionera ya que hubo una época donde la evangelización era un arma de conquista para conseguir ampliar los mercados y redes de comunicación con otros pueblos.

La documentación histórica cuenta que los dominicos estuvieron allí­ desde el año 1.678 ejerciendo una gran labor religiosa pero no consiguiendo abrir ningún mercado, algo que sí­ lograron hacer los franceses de la época en las costas asiáticas.

Así­ son las historias de los españoles que suelen pasar desapercibidas hasta que acontecimientos imprevistos consiguen sacar esa casta de la cual podemos presumir con orgullo.

Todo comenzó con el martirio y decapitación de fray José Marí­a Dí­az Sanjurjo en el mes de julio del año 1.857, que fue el detonante de que el gobierno español se planteara Conchinchinatomar cartas en el asunto, las distancias y la toma de decisiones en aquella época eran lentas y se fueron sucediendo más asesinatos como el de fray Melchor Garcí­a Sampedro que fue horrible ya que cuentan que sus extremidades fueron descoyuntadas y atadas a estacas para luego ser cortadas por un hacha sin filo, aquellos que lo vieron contaron que fueron numerosos los golpes que se le tuvieron que dar en brazos y rodillas para cortarlos, después se le abrió el vientre y se le cortó la cabeza, era el año 1.858 y seguí­a la masacre contra los misioneros por parte del Reino de Annam y su emperador Tu-Duc.

Fueron muchos los misioneros cristianos que sin inmiscuirse en temas polí­ticos de aquellas tierras acabaron siendo mártires y beatificados por la iglesia, ciertamente fueron héroes que sufrieron las penurias de andar descalzos por la selva, camuflados entre los campesinos para ejercer su labor evangelizadora en secreto. Pero los españoles no se iban a quedar de brazos cruzados y surgió la oportunidad de intervenir.

Este ardor patriótico que corrí­a por la sangre de los españoles pronto iba a demostrarse ya que tuvo su oportunidad gracias a que Luis Napoleón III de Francia habí­a decidido dirigirse al Reino de Annan para exigir protección para los franceses de la zona y querí­a que la flota española le acompañase.

Así­ que España y Francia acordaron enviar una expedición marí­tima el 31 de Agosto de 1.858, denominada la expedición de castigo, donde la española estarí­a al mando del Coronel Bernardo Ruí­z de Lanzarote con un solo buque llamado Elcano que tení­a dos cañones y 75 tripulantes.

España hizo un gran esfuerzo y pronto se sustituyó este buque por el vapor Jorge Juan que tení­a seis cañones y 175 tripulantes y también se unió a esta flota la Corbeta Narváez y la Goleta Constancia, un regimiento de Infanterí­a, dos compañí­as de Cazadores, tres secciones de artillerí­a y una fuerza auxiliar compuesta por 1.650 peninsulares y tagalos.

Narvaez

Comenzaba así­ una aventura muy lejana, tan lejana que nuestros soldados fueron a la Conchinchina un inhóspito paí­s donde su climatologí­a monzónica harí­a aún más dura la batalla.

Y como siempre nuestros soldados dieron la talla como era de esperar, fue en el rí­o Fai-Fo donde mostraron su valor y destreza, para abatir una a una las fortificaciones conchinchinas que habí­a en ambas orillas de este rí­o.

Durante las tensas batallas que allí­ se dieron siempre fue destacable ver el valor de los dominicos que espada en mano luchaban cuerpo a cuerpo como el mejor de los soldados experimentados de nuestro ejército.

Pero no todo es tan bonito cuando la historia nos cuenta como fueron estas batallas, el mismo Coronel Carlos Palanca se horroriza cuando ve que nuestro pasó por la Conchinchina es dramático ya que nuestro ejército va perdiendo hombres y España no repone estas bajas, siendo un escándalo que transmitió al gobierno español pues era vergonzoso que no se recibieran suministros ni dinero para continuar con la expedición.

Fueron años de sacrificio en tierras tan lejanas para que nuestra nación hiciera una retirada vergonzosa, pero es parte de la decadencia de ese gran imperio que fue el español, lejos quedaban aquellos dí­as donde el Sol no se poní­a.

Se consiguió el propósito religioso para que el emperador Tu-Duc permitiera la libertad religiosa y cesaran las muertes de los misioneros, pero la gran beneficiada sin duda alguna fue Francia, que con mayores aspiraciones conquistadoras vieron en aquellas tierras un lugar donde sacar buena tajada quedando fuera de este pastel España.

Pero nuestros soldados fueron valientes y en el campo de batalla héroes, que supieron soportar asedios y vicisitudes de crueles batallas y graves enfermedades, sin más recompensa que al terminar la expedición tener un nuevo destino: Las Filipinas.

Nuestros libros de historia omiten sin lógica alguna los episodios nacionales donde los soldados españoles lo daban todo y los gobiernos que les mandaban eran inexpertos, pero aquí­ queda reflejado que estuvimos allí­, en el lugar más lejano del planeta, estuvimos en la Conchinchina y aún allí­ hoy en dí­a se habla de los españoles que dieron su vida por conseguir la libertad de religión que hoy en dí­a tienen.

Senovilla