Una nueva colaboración de José Antonio Senovilla. Esta vez con «Yo la Reina».

Enrique IV tuvo mala fama por que todos pensaban que era impotente, ya que con Blanca de Navarra no obtuvo descendencia y tampoco se le conoce ningún bastardo con sus diversas amantes.

Juana era hija legí­tima heredera que por aquella época eso ya era un tí­tulo de honor, pues su padre era Enrique IV y su madre era la segunda esposa de su padre Juana de Portugal.

Aún así­ y siguiendo las reglas de la herencia, fue nombrada  muy pronto Princesa de Asturias, lo que no le sirvió de mucho pues su vida la pasó secuestrada por la nobleza.

Se sospechaba quizás con razón que esta niña era hija de un valido del Rey, un tal Beltrán de la Cueva, por lo que todo el mundo comenzó  a llamar a esta niña Juana La Beltraneja.

La conjura vino servida por el marqués de Villena y el arzobispo Carrillo por lo que su padre tuvo que hacer de tripas corazón y desheredar a su hija.

Pero el heredero que habí­a nombrado que no era otro que su hermano murió y tuvo que realizar un tratado con Villena y Carrillo, si amigos es el acuerdo conocido como Concordia de los Toros de Guisando, por lo que el trono serí­a para Isabel su hermana.

Juana la Beltraneja recuperó la herencia cuando Isabel incumplió el acuerdo pues casose la amiga en secreto con su amado Fernando de Aragón.

Al fallecer Enrique IV, fue su madre tuvo que optar por casar a  la Beltraneja con un rey portugués Alfonso V el Africano para que pudiera consolidar su herencia ya que Isabel y Fernando eran una amenaza constante.

Una nueva Guerra Civil surgió en aquel momento  y ganaron los futuros Reyes Católicos Isabel y Fernando.

Un nuevo tratado el de Alcaí§ovas se firmó, Alfonso V el Africano se separaba definitivamente de Juana la Beltraneja, que terminó recluida en un convento portugués hasta su fallecimiento.

Su historia no acaba en el convento, está etapa de su vida según muchos historiadores es la más conspiracionista de la historia pero eso es para otro post.

Recordar al querido lector que en todos sus escritos esta mujer sin trono siempre firmó todos los documentos con un YO LA REINA hasta el dí­a de su muerte.

Foto: Wikipedia