Como no podía ser de otro modo, “El oficio más antiguo del mundo”, según hemos leído en muchos textos, también se ejercía en las ciudades y colonias de Roma. Mucha de nuestra terminología a la hora de definir esta antigua dedicación procede de estos tiempos. Hoy hablaremos de los lupanares, que es como llamaban por entonces a los burdeles o casa de citas. El término lupanar deriva de la voz latina lupa, que significa loba. A día de hoy también llamamos coloquialmente “lobas” a quienes se dedican a estos menesteres, pero el origen de esta definición hay que buscarlo en los antiguos ritos romanos.
Como algún lector ya conocerá por mi artículo sobre Februarius, en este mes tenían lugar las Lupercales, fiestas en honor del dios Luperco. Las mujeres que ejercían un tipo de prostitución sagrada con los sacerdotes del dios, los luperci, acabaron por ser llamadas lupae.
Al igual que el resto de negocios habituales en una ciudad romana, había establecimientos hosteleros en los que se podía disfrutar en privado de la compañía de su servicio por unas monedas extra. Esto sólo pasaba en algunas cauponae o thermopolium que tenían altillo para poder alojar a clientes, como ya vimos en “Comer y dormir fuera de casa”.
Pero el negocio que nos compete hoy es el profesional de estos servicios: El lupanar. Tengamos en cuenta un matiz primordial a la hora de adentrarnos en la sexualidad de aquellos tiempos: nuestro actual pudor y rubor congénito por algunos temas, como el sexo, está imbuido en nuestras mentes por la educación judeo-cristiana que hemos recibido desde pequeños y que algunos de nuestros mayores aún profesan. Pero en la sociedad grecorromana el concepto de “pecado” y “homosexual” no existen, ni se contempla como un atentado moral la pederastia o cualquier otra forma de placer sensual. Por ello no hemos de escandalizarnos de que en aquellos lupanares pudiésemos encontrarnos chicos y chicas de cualquier edad al servicio de todo tipo de clientes. Lo importante no era con quien te acostabas, sino que rol jugabas en la relación, activo o pasivo. El propio César levantó más sospechas de su tendencias amatorias por como vestía que por sus evidentes escarceos masculinos.
En cada ciudad de Hispania que albergase comerciantes o ciudadanos de paso había al menos un lupanar. Para poder describiros como habrían sido los de Tarraco, Caesaraugusta, Saguntum o Valentia, me basaré en uno que pude ver casi intacto: el lupanar de Pompeya.
El lupanar estaba ubicado a espaldas de una de las dos arterias más importantes de la ciudad, accesible al cliente de paso pero no demasiado a la vista del ciudadano oriundo, entre varias tabernas unas termas. Es curioso ver esculpido en las losas del decumano pequeños falos cuya punta nos indica la dirección que debemos tomar para encontrarlo (como nuestras actuales señales viarias) Contaba con dos plantas, la superior dedicada a una clientela de mayor poder adquisitivo con una buena balconada desde la que las trabajadoras del amor seducían a los viandantes con sus propuestas y contornos, mientras que la planta baja tenía el espacio más limitado y estaba reservada para el uso de esclavos y proletarios (que nadie se me ofenda, así se conocía por entonces a los ciudadanos sin propiedades que acababan criando vástagos con que nutrir a las legiones, prole) En éste en concreto había cinco fornices, las habitaciones de las meretrices que dieron nombre a un verbo obvio.
Un hermoso Príapo superdotado presidía el estrecho vestíbulo. Es curioso cómo sobre la entrada de estos pequeños cubículos pintaban frescos mostrando las especialidades de sus usuarias. El cliente sabía muy bien que compraba. No era lo mismo una cuadrantaria (llamada así porque sólo cobraba un cuadrante por sus servicios, una miseria), que una felatora, especialista en una práctica que ninguna mujer u hombre digno de Roma realizaría en situación normal. Los lechos de los fornices eran de mortero y sobre ellos se colocaba un colchón de paja o plumón para hacer el acto más cómodo. Unas lucernas y una palangana para asearse era el único mobiliario que contenían. Aún pueden verse los arañazos en sus paredes, idénticos a las que hoy pueblan los aseos de medio mundo, mostrando frases tipo “Varinia ama a Marcelo”, “el hornero es un felón”, “Craso la tiene de un palmo” o “Cato se tira a Lucila”…
Como, por desgracia, sigue sucediendo hoy en día, generalmente no eran muchachas o muchachos libres y oriundos del terreno quienes se dedicaban a esto, sino esclavas procedentes de tierras exóticas con las que el leno (el propietario del negocio) obtenía mejores rendimientos. Un servicio normal en el siglo I d.C. podría oscilar entre los seis u ocho ases, es decir, dos sestercios (una copa de vino en una caupona costaba un as) Por ello, comprar en el mercado de esclavos bonitas esclavas britanas de piel clara y pelo cobrizo, morenitas atléticas de Nubia o rubias rollizas de la Galia era garantizar clientela y, por supuesto, unos buenos ingresos.
No todas las prostitutas ejercían su trabajo en aquellos cuchitriles, pues, al igual que las hetairas griegas, también había mujeres libres e influyentes que servían de damas de compañía con opción a roce. Eso sí, fuesen esclavas o libertas, pagaban impuestos, debían de vestir peplos o túnicas marrón rojizo y llevar el pelo tintado para evidenciar su profesión y no ser confundidas con las castas matronas. Alguna dama de alcurnia frecuentaba estos lugares más por vicio que por sestercios.
El caso más descarado fue el de la esposa del emperador Claudio, Valeria Mesalina, mujer ninfómana y promiscua que llegó a ejercer la prostitución en el peligroso barrio romano de Subura con el pseudónimo de Lycisca (según narró Juvenal) Como sería de libidinosa esta mujer que, aprovechando la ausencia de su esposo al partir a la campaña de Britania, organizó un concurso en palacio con las meretrices de Roma basado en ver quien se podía acostar con más hombres en un solo día. El “colegio” de prostitutas aceptó el reto y envió a Escila, una auténtica profesional que realizó veinticinco coitos antes de rendirse… Mesalina prosiguió durante la noche y, tras declarar que no se sentía aún satisfecha después de haber yacido con setenta hombres, continuó hasta el amanecer. El recuento final fue doscientos…
Colaboración de Gabriel Castelló.
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El lupanar. Articulo muy interesante y recomendable. http://t.co/uGKqBs7 #historia
El lupanar, los prostíbulos de la antigua Roma http://t.co/0OInyqK /via @jsanz
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Información Bitacoras.com…
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Lo cuentas con una intensidad y unas ganas que parece que hubieras vivido en esa época, jajajajajaj !!!!!!!!
La verdad, es que es una interesante explicación del oficio más antiguo del mundo. Aunque hayuna cosa en la que no estoy muy deacuerdo. Dices que «nuestro actual pudor y rubor …la educación judeo-cristiana que hemos recibido «. En esa cultura romana, al igual que en la griega, también se tenía cierto pudor, rubor, a ciertas expresiones sexuales, ya que si todo hubiese sido un «todo vale, vale todo», no habrían existido las meretrices, los lupanares, y nunca se hubiese conocido por extraordinaria la «ninfomanía» de la esposa (por llamarla algo) del emperador Claudio.
Aunque todo esto, creo que empezó en Egipto, y no precisamente con Cleopatra.
Evidentemente hemos cambiado muy poco. Somos todavía romanos. Y el más viejo oficio del mundo… pues eso, haciendo adeptos o clientes o como quiera llamárseles.
Ya en el antiguo Egipto las meretrices se pintaban los labios para indicar de qué iba la cosa, o sea la especialidad de la casa.
Un saludo.
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Si el Lupanar en vez de en Pompeya hubiera estado en Pompoya, la rima hubiera sido horrible…
Por cierto, cada vez veo más romanos que nacieron cerca de Bilbao… ¿Como decías que se llamaba, Valeria Mesalina?
RT @jsanz: sigue los indicadores. lupanares de Roma. http://is.gd/PYLPxl
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Así que de allí venía lo de «eres una mesalina», por cierto curiosos indicadores 😀
Un saludín.
@cayetano, por algo lo llaman el «oficio más antiguo del mundo» aunque seguido muy de cerca por los abogados 🙂
Un saludo
@Kikas, ya se sabe que los de Bilbao nacen donde quieren
@Xurxo, los indicadores eran demasiados evidentes… para no perderse.
Un abrazo
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Curioso, los abogados lo seguiran de cerca, pero este es mas noble que abogado.
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¡Como echaba de menos leerte!. Ahora ya me voy poniendo al día.
Me ha encantado el post, como siempre.
Besos
Nela
@Oscar, aquí todos saben su papel…
@Nela, se te echaba en falta. Me alegro que «vuelvas a la rutina»
Un beso
@conchita, el pudor y el rubor de la época romana no se puede comparar con nuestro tiempo y culpa de ello, para bien o para mal, lo tiene la educación recibida.
Un beso guapa.
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Interesante post! Detalles de la cultura romana que no se encuentran en cualquier libro de historia jeje. Me ha encantado leerte.
Saludos!
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Conocía el término por un libro que tengo sobre «palabras con historia» pero aquí lo has desarrollado de una forma mucho más ámplia. Me encanta 🙂
Un fuerte abrazo 🙂
PD: Muchas gracias Javier 😉 (ENTROPÍA) Me ha hecho mucha ilusión, jejeje 😉
[…] Una canita al aire… el lupanar historiasdelahistoria.com/2011/04/11/costumbres-de-roma-u… por jsanz hace 3 segundos […]
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Interesante post, muy interesante. Lo de los lupanares y sus indicadores fálicos es algo que tuve oportunidad de ver cuando visité la antigua ciudad de Éfeso. Lo cierto es que es algo que llama la atención, ¿verdad? ¡Y fíjate! En aquella época, las prostitutas pagaban impuestos, como cualquier otro trabajador… En ese sentido, no es que nuestra sociedad actual no haya avanzado, sino que ha retrocedido, y mucho.
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Querida Conchita, me reafirmo en mi opinión de que estamos tamizados por nuestra educación y moralidad cristiana, y te voy a explicar en que me baso para hacerlo: Unas preguntas tontas de difícil respuesta:
¿Dejarías que tu hijo/a pequeño/a estuviese en un salón cuyas paredes estuviesen pintadas con escenas de este tipo? ¿Les llevarías a las múltiples festividades en las que la desnudez y el descaro eran evidentes? ¿Y a una ejecución pública? ¿O a presenciar luchas de fieras o de gladiadores a muerte comiendo palomitas? ¿Negociarías el matrimonio de tu hija con un hombre pudiente mucho más mayor que ella? ¿Tendrías un negocio en los bajos de un burdel? ¿La edad da igual en estas cosas de la coyunda? ¿Tendrías un esclavo dedicado a satisfacerte cuando te plazca?
Son preguntas muy duras cuya respuesta sería obvia hace 2.000 años: SI
No sé por qué, pero al leer este entretenido artículo erótico-festivo no he podido evitar pensar en Berlusconi. Seguro que le habría interesado mucho conocer a estas lobas 😉
Un abrazo.
Fernando, touché! Cuando sale Berlusconi en la tele me viene un flash a Tiberio… Villa en isla para «Bunga Bunga» incluida (Tiberio en Capri y Berlusconi en Cerdeña)
Costumbres de Roma. Una canita al aire… el lupanar: http://bit.ly/hFhlLo // No le pondría Valeria a mi hija luego de leer esto. XD
La prostitución y los burdeles en la antigua Roma http://goo.gl/QkcRm
En su día yo estuve por motivos deportivos (un trofeo de fútbol) en Scafati, justo al lado de las ruinas de Pompeia, y el guía que se encargó de enseñarnos las ruinas e informarnos un poco sobre la vida y costumbres de esa vila romana nos comentó algo bastante curioso.
Paseando por todas las vías de la ciudad se podía observar como todas tenían una amplitud determinada (supongo que para facilitar el movimiento de carros). Todas excepto la llamada Vía lupanaris. Esta vía se estrechaba considerablemente.
El guía nos explicó que era así de estrecha para facilitar el trabajo a las mujeres que allí ejercían la profesión.
La respuesta es obvía. Tenía esas medidas tan limitadas para hacer que el despistado que entrara en la calle, o el que aún estuviera dudoso de pagar por darse un momento de asueto, no se escapara «vivo».
Me encantó la explicación y lo bien pensado que lo tenían todo.
Saludos.
La prostitución y los burdeles en la antigua #Roma http://bit.ly/dOg8TZ
Menuda loba la mujer de Claudio. Estos romanos estaban degeneradísimos, jejejeje
[…] […]
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Según Plinio el Viejo, Messalina ganó la competición con 25 hombres. No sé de dónde sacas 200.
Eso no importa, lo que importa es que habla mal de los hombres romanos, no habla bien de ella…
[…] Lupae: las que ejercía el oficio en los lupanares. […]
[…] Quinta entrega de costumbres de Roma.Los lupanares… […]
[…] la fecha se tenia de la sociedad romana. Este descubrimiento provocó que Templos, Termas, Domus, Lupanares, Thermopolium, Teatro, anfiteatro, el foro, sus pinturas, sus estatuas quedaran al […]
yo me lo hubiera hecho con Valeria Mesalina a tope….waa seguro que estaba buenisima jajajaj
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Son como 100 palabras nuevas en este post solamente Javier por dios…Me encantan estos temas, a ellas he escrito poemas, es que ellas van directo a lo suyo se ve y no tiene medias tintas o se disfruto o no, algo que poco se encuentra en otros trabajos como la Educación o Derecho donde tarde ves que el fracaso es lo que te queda.