Continuando con nuestro inabarcable periplo por las biografías de los grandes personajes de la historia nos detenemos, por no pisarle, delante de Dalia, noble cristiano que vivió a finales de siglo, principios del siguiente.
Gregorio Gustaf Dalianevof, hijo de su padre y de su madre y hermano de su hermana postró su cara a la luz por primera vez en las extensas estepas normandas de Normandía. Nació a la edad de 5 años con un cuerpo totalmente desarrollado, salvo por pequeñas deficiencias como la ausencia total de uñas. De todas.
Lejos de ser un hándicap, Dalia combinó una extraordinaria fuerza por vivir con un no menos portentoso optimismo al ver la vida. Pronto, a eso de las 9 a.m., comenzó a sufrir en sus carnes los estigmas propios de los santos de la época. Véase caída de pelo, encorvamiento de la columna vertebral, dolores punzantes en el dedo pulgar del pie…
Evidentemente la Iglesia se hizo eco de tales fenómenos e hizo llamar a Dalia a reunión personal con el santísimo padre. En dicha reunión, el Papa no hizo otra cosa más que quedar asombrado con las vivencias de ese niño de 37 años.
Reseñables son las anécdotas en las que el joven Dalia partía de su hogar a altas horas de la madrugada adentrándose en lúgubres bosques de bonsáis, totalmente absorto y alejado de la vida terrenal, o lo que se conoce como sonámbulo, caminando a paso ligero y decidido hacia lo que él definiría como una intensa luz que a medida que se acercaba tornaba en dos intensas luces que a medida que se acercaban tornaban en dos luces y un estrepitoso pitido capaz de atormentar al hombre más robusto, que en el momento de acercarse hasta hacer contacto con el propio Dalia era capaz de hacer perder, inexplicablemente, el conocimiento a cualquiera.
Tras recuperarse de aquel atropello, Dalia decidió convertirse al cristianismo, al darse cuenta de que tenia un huevo colgando y el otro lo mismo, alcanzando un nivel de misticismo más bien bajo, pero que ahí estaba.
A la edad de 45 años, Dalia falleció, víctima de la terrible gota, entre estremecedores gritos de dolor. Gritos de otra persona, pero gritos al fin y al cabo.
En su honor, aquel calzado que con esmero, Dalia, había modificado cortando la puntera del zapato para liberar los tremendos dolores de dedo pulgar, dolores que igualmente sufría el santísimo Papa y que vio aliviados al aplicar las mismas técnicas, Gregorio Gustaf Dalianevof entró a formar parte del santoral cristiano con el sobrenombre de San Dalia.
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Me parece a mí que en vez de perderse en bosques de bansáis este señor se perdía en las tabernas. De ahí esos tremendos ataques de gota. La culpa no era de los estigmas sino del tintorro.
Un saludo.
Pues vaya historia más alucinante nos has contado JAVIER,
sí que es cierto que lo de este santo dalia, parece más bien la vida de un personaje de ficción que de alguien real, a excepción de la perfecta descripción de los síntomas de gota que padecía por cierto, que no casan nada con alguien tan místico, ascético y elevado, dado que se produce por la excesiva ingesta de carnes grasas saturadas, de caza, mariscos y demás viandas habituales en los gorditos Papa, reyes y grande Srs…que les hacía subir por los cielos su ácido úrico 🙂
En fin, que un placer saber gracias a ti, de este santo tan pintoresco.
Un besito JAVIER y feliz día… con o sin santos… como prefieras
Interesante =D no podia imaginar que el nombre se debe al Santo, aunque en mi barrio lo llaman «sayonaras»
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@Maria, solo comentarte que «la otra historia» la escribe mi compadre Pablo. Hay que creerle la mitad de la mitad.
Y lo que te quede tras quitar la mitad de la mitad… tampoco te lo creas! 😉
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San Dalia las tuvo que pasar canutas, el origen histórico de estas cosas es apasionante.
Personalmente me gustaría saber quién fue el primer hombre en comer percebes, pienso que tendría que tener un hambre mortal para hacerlo.
Un abrazo maestro.
genial! decime que pasa lo mismo con el sambayon y me muero 😉
un abrazo!
Pablin siempre tan original…. Tremendo
Este relato me ha dejado un poco alucinada,pero sobre todo ,eso de que la caida del pelo sea un estigma ,ya….,el remate.BSSSSSSSSSSSS
DIVERTIDA FORMA DE ALCANZAR LA SANTIDAD.
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Si, a mi me conmueven el inicio de muchas de estas historias y tradiciones, siempre tienen ese toque que sería muy gracioso si llevamos estas historias a la pantalla grande.
Otra fenomenal historia.
Una historia por demás curiosa y extraña, pero eso si, muy interesante y divertida 😀
Abrazos!
Santo San Dalia, no lo encontrarás en el santoral http://wik.io/rw4bH
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