El supuesto continente avanzadísimo que dicen desapareció hace 11 mil años continúa siendo buscado por muchos que aún creen en él fervientemente. Algunos sitúan los restos de la Atlántida en la isla de Malta, recientemente se habla de Santorini en Grecia, también del Gran Valle del Grift, una gran fractura geológica que va desde el sureste de África hasta el el valle del Jordán en Israel, el altiplano boliviano o que las Azores y las Canarias podrían ser restos de ella. Pese a que la leyenda cuenta que esta isla —que un día resultó ser el imperio más poderoso del mundo— desapareció en el sorprendente transcurso de un día y una noche, muchos aún no han podido olvidarla. Un diluvio y un terremoto no fueron suficientes para acabar con la civilización (pues aún sigue viva para los que creen en ella). Sólo la geología y la arqueología podrán convertir este mito en historia.

Esta leyenda llama tanto la atención que muchos incluso se han lanzado a buscarla analizando las profundidades del mar. Pero, ¿dónde podemos ubicarla exactamente? La única mención que se ha encontrado en la Antigüedad de la Atlántida, en la que se basan todas las leyendas posteriores, se encuentra en los textos de Platón Timeo’ y ‘Critias. En estos diálogos del siglo IV a.C. se describe la guerra entre la Atenas prehelénica y la civilización atlante. La Atlántida es descrita como una isla situada más allá de las columnas de Hércules (límite geográfico situado en el estrecho de Gibraltar y que simbolizaba el fin del mundo conocido) y “más grande que Libia y Asia Menor juntas”. Su poderío fue tal que llegó a dominar toda Europa y el norte de África hasta que fue derrotada por los ejércitos atenienses. Tras esto, un cataclismo descomunal hizo que desapareciera “en un solo día y una noche terrible”. Lo que sí tenemos claro es la forma en que el filósofo describió este lugar: como una isla rodeada de círculos de tierra y agua, separados por canales por los que navegaban los barcos.

Nuestro deseo de conocer los orígenes de la humanidad unido con la irremediable curiosidad que provocan los mitos llevan a la Atlántida a no desaparecer del imaginario colectivo. La inmortalidad de la Atlántida se observa en libros, como el del abogado y político estadounidense Ignatius Donnelly, Atlantis: the antediluvian world (1882); documentales de National Geographic (situaba la Atlántida en el Coto de Doñana en Huelva) o el reciente Atlántida, donde el geólogo Martin Pepper trata de demostrar que sí existió; películas como Aquaman; juegos de mesa basados en la leyenda e incluso de casino online como Queen of Atlantis.

Y ¿cómo eran los Atlantes?

Dicen que los Atlantes, además de guapos y con cuerpos que dejarían con la boca abierta al Hombre Vitruvio, eran seres muy avanzados espiritual y tecnológicamente. Unos dicen que fueron una raza superior, origen del resto de culturas y civilizaciones posteriores, y otros que eran el «eslabón perdido» entre los alienígenas y los «vulgares» humanos, y que su desaparición nos habría llevado a volver a la casilla de salida (pueblos primitivos). Algunos consideran que los egipcios no podrían haber construido las pirámides sin conocimientos superiores y que, probablemente, fueron aquellos habitantes de la Atlántida que se salvaron quienes se los transmitieron. Pero no sólo en Egipto habrían aportado la tecnología necesaria, también se les hace partícipes de otras construcciones espectaculares como el templo de Angkor Wat en Camboya o las cabezas de la Isla de Pascua. Y ya puestos, incluso en el continente americano, donde ayudaron a construir los templos que encontramos en México.

Todo esto es una suposición, pues no existe evidencia que corrobore la existencia de la Atlántida. Hasta ahora existen diversos grupos de creencias: aquellos que creen que la Atlántida existió y se limitan a buscarla, aquellos otros que opinan que algunos de sus habitantes se salvaron dejando huella con sus conocimientos superiores en civilizaciones del resto del mundo y un tercer grupo que se niega a creer en este mito.

Mi conclusión es que Platón sabía qué hacer para ser recordado: inventar el despertador -todos nos acordamos de su madre al despertarnos- y crear el mito de la Atlántida. ¿Existió o no existió?