Como todos sabéis, y si no lo sabéis os lo cuento, la Viagra fue un descubrimiento científico casual, lo que llamamos una serendipia. En 1993, cuando a los voluntarios varones de un ensayo clínico con un medicamento contra la angina de pecho les preguntaron sobre cualquier «otro efecto» que hubieran experimentado, respondieron, con cierto rubor, que tenían erecciones. Así que, los científicos se centraron en combatir la disfunción eréctil. Y aunque la Viagra es el más popular, el vasodilatador que ayuda a estimular el flujo sanguíneo hacia el pene más consumid o largo de la historia es la spanish fly (mosca española) o cantárida.

A pesar de su nombre, ni es exclusiva de España ni tampoco es una mosca, en realidad es una especie de escarabajo de color verde brillante de pequeño tamaño que vive en los fresnos. Al compuesto químico que se obtiene desecando y pulverizando el cuerpo de este insecto se denomina cantaridina. Hipócrates ya describió el uso de este compuesto para el tratamiento de ulceraciones de la piel; los chinos lo utilizaron como uno de los componentes de la primera bomba fétida, pero su uso más frecuente y por el que se ha consumido a lo largo de la historia ha sido el de potente afrodisíaco. En pequeñas dosis controladas, ya que una sobredosis puede llegar a ser letal, la cantaridina dilata los vasos sanguíneos, facilitando la erección prolongada en los hombres y estimula la percepción nerviosa en la zona donde se haya aplicado el compuesto. Ya lo utilizaba Livia, la esposa de César Augusto, con fines políticos: lo mezclaba con la comida y se lo ofrecía a los enemigos de su marido para alentar las indiscreciones sexuales de estos y luego chantajearlos con sus respectivas.

El marqués de Sade fue acusado de envenenamiento cuando se le fue la mano con la dosis en una orgía en la que murieron varias prostitutas. Se dice que Fernando el Católico falleció por abusar de la spanish fly. Tras quedar viudo de Isabel la Católica, el rey se casó con Germana de Foix, 36 años más joven que él, buscando un hijo que pudiese heredar el reino de Aragón y no dejarlo en manos de su hija «la Loca» y su yerno «el Hermoso». Así que, se impuso la obligación de «cumplir» un día sí y otro también con la fogosa reina. Y se le fue la mano… «enfermo por un feo potaje que la Reina le hizo dar para más habilitarle«. En el siglo XVIII se puso de moda en Francia en formato de pastilla, conocidas como pastilles Richelieu.

Hoy en día su uso está prohibido para estos fines, aunque sí se utiliza para ayudar a los animales en el apareamiento.