Sushruta Samhita es un tratado de medicina tradicional de la India escrito en sánscrito y atribuido a Sushruta, un médico hindú del siglo VI a.C. al que se considera el Padre de la Medicina de la India. Este tratado, junto con el Charaka Samhita y el Astanga Hridaya, constituye la Gran Trilogía de la Medicina Ayurvédica. Esta trilogía describe procedimientos quirúrgicos, técnicas de diagnóstico y tratamientos para diversas enfermedades y lesiones. Sushruta estandarizó diferentes técnicas, procedimientos específicos… e inventó la práctica de la cirugía plástica y las reconstrucciones faciales.

Su especialidad era la rinoplastia, la reconstrucción de la nariz, y no porque tuviese especial devoción por este apéndice sino por la «costumbre» que tenían en la India de amputar la nariz como forma de castigo. A los criminales convictos y a las mujeres acusadas de adulterio se les cortaba la nariz para marcarlos y debían vivir con este estigma durante el resto de sus vidas. Así que, para los que había sufrido este castigo aquella  intervención les ofrecía una oportunidad de recuperar su dignidad y volver a llevar una vida normal. Y lo más curioso es que todavía hoy se sigue practicando esta reconstrucción con el mismo método descrito en Sushruta Samhita.

Esta técnica consiste en cortar en la piel de la frente un triángulo isósceles invertido —la base en la parte superior de la frente y el vértice cerca de la propia nariz— que servirá para reconstruir la nariz perdida. Se soltaba el trozo de piel del triángulo a excepción de la parte del vértice. El colgajo se giraba sobre el vértice para que la epidermis quedase en la parte exterior y se cosían los bordes a la cara dando forma a la nueva nariz. El único inconveniente de esta operación era la cicatriz que quedaba en la frente, aunque nada que no se pudiese remediar con alguna historia heroica o calarte el turbante hasta las cejas.

También se describen otras reconstrucciones como el labio o las orejas (igual método que la rinoplastia pero utilizando la piel de la mejilla), diferentes tipos de vendajes dependiendo de la parte del cuerpo, el vino como anestésico,  las hormigas como material de sutura —se juntan ambos lados de la herida y se ponen sobre ella las hormigas, cuando muerden con sus mandíbulas se les arranca el cuerpo y la herida queda pinzada y suturada—, el uso de sanguijuelas… solo faltaba el implante de mamas y el bótox.

Y aún hay más, Sushruta también detalla la operación de cataratas. Mediante una aguja curva, llamada Jabamukhi Salaka, se extraía la catarata (opacidad del cristalino) y se vendaba el ojo en cuestión con unos paños empapados en mantequilla caliente.

Como buen médico que era, advertía que la cirugía debía ser el último recurso. Sushruta también se dedicó a la docencia en la ciudad de Varanasi —al norte de la India—. Sus alumnos debían formarse durante seis años, y tras este periodo de aprendizaje tenían que prestar un solemne juramento, un siglo antes de que naciese el médico griego Hipócrates.