Esta historia tiene que ver con la batalla de Bailén de 19 de julio de 1808, la primera derrota sufrida en campo abierto por el ejército napoleónico, y con una mujer o, mejor dicho, con un grupo de mujeres que la leyenda personalizó con el nombre de María Bellido y que se plasmó en el escudo de la localidad de Bailén (Jaén). Según el acta de la Real Academia de la Historia fechada el 26 de octubre de 1927 y relativa al escudo de esta localidad…

[…] dibujado el escudo en forma cuadrilonga redondeada en su base, cuyo punto medio termina en punta, toda vez que la forma oval que se propone es inadecuada, desde el momento que es la privativa de los eclesiásticos, por denotar en Heráldica española orden sacerdotal, puede adoptar la ciudad de Bailén como blasón el escudo partido, dibujando en el campo de la derecha los atributos que adornan la Aledalla conmemorativa de la Batalla de Bailén, dos sables cruzados y unidos por una cinta que forma lazo, de la que pende un águila atada por las garras. En la parte superior, y entre las hojas de los sables, una corona de laurel bajo una cinta ondeada con la inscripción: Bailén, 19 de julio de 1808. En el campo de la izquierda, el cantarillo roto, que la tradición atribuye a María Bellido, la que, llevándolo para ofrecer agua al general Reding durante la batalla, fue roto por una bala enemiga; pero observando que en parte de él conservaba todavía agua, con bien templado ánimo la acercó complacida al general para que bebiese.

En aquel mes de julio de 1808 se registraron temperaturas muy altas en Bailén y otros muchos pueblos de Jaén, cercanas a los 50º. Así que, al igual que muchos hoy en día vaticinan que la próxima guerra mundial será por el agua, en aquella batalla entre franceses y españoles tuvo especial relevancia el control de pozos y fuentes. Y aquí los españoles lo tuvimos más fácil, ya que tanto Bailén como los pueblos colindantes se afanaron en que a los suyos no les faltase el agua. Así lo describe Benito Pérez Galdós en Bailén, cuarta novela de la primera serie de los Episodios Nacionales

Eran las seis de la mañana, y el calor principiaba a dejarse sentir con mucha fuerza, sentíamos ya a la espalda aquel fuego que más tarde habría de hacernos el efecto de tener por médula espinal una barra de metal fundido. […] Pero este malestar era insignificante con otro que desde la mañana principió a atormentarnos, la sed, que todo lo destruye, alma y cuerpo, infundiendo una rabia inútil para la guerra, porque no se sacia matando. […] Es verdad que de Bailén salían en bandadas multitud de mujeres con cántaros de agua para refrescarnos […] Más de una vez, aquellas valerosas mujeres se expusieron al fuego, penetrando en sitios de mayor peligro, y llevando sus alcazarras a los artilleros del centro.

Fueron muchas las mujeres que participaron como aguadoras durante aquella jornada, pero la leyenda quiso que fuese el nombre de María Bellido, y el episodio con el general Teodoro Reding, el que trascendiese. Dejando a un lado la más que posible mitificación de este personaje en concreto, el cantarillo del escudo de esta población jienenese sirve como reconocimiento al valor demostrado por las mujeres anónimas que también estuvieron ahí.

Fuente: Ni tontas ni locas