En  muchas  páginas  de  Internet  podemos  encontrar  la  anécdota  de  que los  romanos,  a  falta  de Biblia  sobre  la  que  jurar cuando eran  testigos,  se  tocaban  los  testículos.  Sin  embargo,  no  encontramos  ninguna   referencia  clásica  en  la  que  nos confirmen  que así  fuera  (aunque,  en  general,  hay  muy  pocos  testimonios  sobre cómo se  hacían  los  juramentos).  Por lo tanto, debemos pensar que se trata  de  una  anécdota o curiosidad  errónea.

testificar

Aunque en honor a la verdad, no es difícil creer que se haya producido dicha confusión, pues en latín las palabras «testigo» y «testículo» se dicen igual, «testis«. Ahora, tengo que recurrir a un poco de semántica: en  este  caso  no  nos encontramos ante una sola palabra con dos significados distintos (polisemia), sino de dos palabras con distinto origen indoeuropeo que evolucionaron y  terminaron  con  la  misma forma (homonimia). La confusión  de  los  dos  términos sirvió para hacer juegos  de  palabras  y  el  más conocido está en Anfitrión del autor romano  Plauto (siglo  III  a.C.). En esta  comedia de enredos, Júpiter se hace pasar por Anfitrión para pasar la noche con Alcúmena (fruto  de ese encuentro amoroso nacerá Hércules). Pero ella, creyendo siempre que estuvo con su marido, cuando le acusan de serle infiel con Júpiter contesta:

«mihi quoque adsunt testes, quid illud quod ego dicam adsentiant» (también tengo testigos/testículos, que afirman lo que yo digo)
[Los testigos de su fidelidad son los testículos de su marido, con quien pensaba haber pasado la noche]

Como  ambas palabras se confundían en latín, las lenguas romances emplearon distintos mecanismos para diferenciarlas. En castellano, testigo es el resultado de «testis» + «facere» (hacer), y significaría «hacer de testigo»; para testículos utilizaron un sufijo diminutivo «-­culus«, no por menospreciarlos, sino como ocurrió con la palabra oreja (procedente de «auris» + «cula«). Aunque si nos fijamos bien en la palabra oreja, la evolución fonética de testículo tendría que haber sido «testijo«, pero ¿por qué no evolucionaría así? Puede que se temiera que testigo y «testijo» se terminara pronunciando igual y volviéramos al mismo problema.

Para  terminar, habrá que decir cómo  juraban los romanos  ante  un tribunal. No hay mucho en las fuentes sobre los juramentos, éstos se realizaban  ante  cualquiera  de  sus  dioses,  y cambiaban dependiendo  de la  época  o  del tipo  de  juicio. Por ejemplo, se dice que los hombres juraban por Hércules y las  mujeres  por Cástor y Pólux; también, que en los juicios militares se juraba  sobre  la  espada  o  que algunas  mujeres juraban por su cabellera. Había muchas formas distintas de jurar y, al  final, dependían de cada  persona… pero nunca echándose mano a los testículos.

Colaboración de Bárbara Durán