Por razones que quizás nunca lleguemos a conocer, algunos seres humanos cuentan afortunadamente con un inquieto afán de curiosear aquello que más exótico, lejano y velado les parece. El mundo egipcio de los gatos, la muerte y los faraones fue la gran obsesión del francés Jean François Champollion (1790–1832), quien llegó afirmar que era “adicto a Egipto”. Esta sana adicción fue una suerte que dejó en forma de legado para la posteridad al lograr descifrar, gracias principalmente al estudio de la piedra Rosetta, la escritura jeroglífica.

Champollion - Rosetta

Aunque su familia (a excepción de su hermano mayor, otro egiptomaniaco empedernido que le ayudaba en sus investigaciones), su inestable trabajo como profesor y las constantes guerras que podían obligar a reclutarle en cualquier momento no cumplían un marco ideal para ayudarle en sus
trabajos, las palabras de Horacio en boca de su hermano le hicieron no desanimarse y continuar:

Una letra te llevará a una palabra, una palabra a una frase y una frase a todo el resto, ya que todo está más o menos contenido en una simple letra.

El hallazgo de Champollion es bastante conocido. Pero… ¿a cuántos nos suena el nombre de Yuri Knórozov? Seguramente a muy pocos, y lo cierto es que su logro no merece tampoco pasar inadvertido, ya que fue quien consiguió descifrar la escritura jeroglífica maya hacia mediados del siglo XX. Tras participar en la Segunda Guerra Mundial, acabó sus estudios en 1948 especializándose en etnografía. Al principio sus publicaciones estaban dedicadas al chamanismo de Asia Central, pero durante esos años cayeron en sus manos dos interesantes libros que despertaron su curiosidad: Los códices mayas y Relación de las cosas de Yucatán.

Yuri Knórozov

Yuri Knórozov

De Relación de cosas de Yucatán, Knórozov logró extraer 29 signos del alfabeto maya, que unido al estudio de tres códices que actualmente reciben el nombre de las ciudades en las que se custodian (París, Madrid y Dresde), le permitieron deducir que los glifos mayas consistían tanto en signos utilizados para representar palabras completas como en signos que representaban solamente sílabas. Por otro lado, también supuso que cuando se usaban dos glifos de sílabas formadas por consonante–vocal, la vocal de la segunda sílaba se omitía. Este método, defenestrado desde el primer momento por el experto mayista del momento Eric Thompson, resultó ser correcto y gracias a ello fue posible descifrar un gran número de símbolos mayas hasta entonces incomprensibles. Dicho sistema fue imprescindible para acertar con los glifos mayas, pero también ayudó a desvelar la escritura de la Isla de Pascua y los textos Protoindios.

En 1989, Yuri Knórozov viajó por primera vez a Guatemala en compañía de unos colegas investigadores. Sin embargo su visita no fue demasiado grata ya que tuvieron que abandonar el país tras sufrir amenzasas de muerte. Tres años después visitó México, donde volvería en 1995 para recibir un homenaje en el III Congreso Internacional de Mayistas.

No hay escrituras indescifrables, cualquier sistema de escritura producida por el hombre puede ser leído por el hombre (Yuri Knórozov)

Colaboración de Marta Rodríguez Cuervo de Martonimos

Fuentes: Web oficial del Centro de Estudios Mayas Yuri Knórozov