En junio 1942 Estados Unidos puso en marcha la Operación Bolero, consistente en el transporte de tropas y aviones de combate hasta Gran Bretaña para formar parte de la fuerza estratégica que liberaría Europa. Aviones de carga, de combate y bombarderos partían desde Presque Isle (Maine, EEUU) hasta Gran Bretaña repostando en Groenlandia e Islandia. Las pérdidas sufridas durante el transporte fueron más bajas que las estimaciones previstas —a finales de año habían llegado 882 aviones de 920— pero el 15 de julio se perdió un escuadrón entero: seis aviones de combate P-38 y dos bombarderos B-17.

Operación Bolero

El escuadrón salió de Preque Isle con normalidad, llegaron a Groenlandia donde repostaron y partieron hacía Islandia. El tiempo cambió y se vieron sorprendidos por una fuerte tormenta, así que decidieron regresar a Groenlandia. Problemas con las comunicaciones y la escasa visibilidad les hicieron permanecer demasiado tiempo en vuelo y tuvieron que tomar la decisión de aterrizar en el hielo ante la imposibilidad de llegar a la base con el combustible que les quedaba. Ahora sólo quedaba confiar en la pericia de cada uno para tomar tierra en aquella pista de hielo. El primero en intentarlo fue Brad McManus, el más joven de todos los pilotos, y aunque lo suyo fue más suerte que maña consiguió salir ileso. El resto se animó y fueron aterrizaron como pudieron. Los 25 miembros del escuadrón lograron sobrevivir. Aunque sin saber si les escuchaban, todos los pilotos comunicaron su posición antes de aterrizar y gracias a eso pudieron ser rescatados a los pocos días… excepto los ocho aviones que quedaron expuestos durante décadas a las tormentas de nieve.

Escuadrón Perdido

Y digo décadas porque 40 años más tarde un mecánico de aviones y aficionado a la historia llamado Pat Epps, quiso averiguar la veracidad de la leyenda del «Escuadrón Perdido«. Junto con su amigo Richard Taylor y un simple detector de metales viajaron a Groenlandia para buscar los P-38, recuperarlos, repararlos y venderlos —en todo el mundo sólo había 5 aviones de combate P-38 que volasen—. Sin apenas medios y en varias expediciones, estuvieron durante 5 años intentando localizarlos. Cuando ya estaban a punto de tirar la toalla, la ayuda de un geofísico y un georradar (radar de penetración terrestre) consiguieron localizar uno de los aviones… el problema es que estaba bajo una capa de hielo y nieve de casi 80 metros. ¿Cómo lo iban a sacar?

Pat Epps

Pat Epps

En 1990 consiguieron la financiación para llevar un taladro térmico que derritiese el hielo mediante la circulación de agua caliente a través de una tubería de cobre. Cuando llegaron hasta el aparato, todo se vino abajo… era un B-17 y estaba completamente aplastado. A pesar de tantos palos, Epps decidió seguir adelante y consiguió que un empresario llamado Roy Shoffner financiase la nueva búsqueda a cambio de un porcentaje de los beneficios si se conseguía localizar y luego vender. La cabezonería de Epps tendría premio en mayo de 1992 cuando localizaron otro avión, y esta vez era un P-38 en muy buen estado. Lo bautizaron como Glacier Girl (Chica del Hielo). La alegría era inmensa, pero todavía quedaba sacarlo por piezas, trasladarlo hasta EEUU, arreglarlo y… ¿hacerlo volar? Para ello hizo falta mucho más dinero y Epps tuvo que ceder toda su parte del proyecto a Shoffner. Éste, como único propietario, contrató a un ingeniero aeronáutico llamado Bob Cardin que durante 10 años estuvo trabajando en la restauración del avión.

Glacier Girl

El 26 de octubre de 2002, con lágrimas en los ojos, Epps contemplaba desde tierra el primer vuelo de Glacier Girl pilotado por Steve Hinton, uno de los pilotos de aviones de combate con más experiencia en el mundo.

Fuentes e imágenes: ¡Fuego a discreción!, El escuadrón perdido