¿Quién no se ha tomado alguna vez una Fanta bien fresquita? Bomba de azúcar con agua carbonatada, jarabe de glucosa y con sabor a naranja o limón. ¿Sabéis cuál fue su origen? Si respecto al origen de la Coca-Cola, como ya comentamos, hay diversas versiones, el origen de la Fanta se sitúa inequívocamente en la Alemania de los años 30. A estas alturas de siglo, Coca-Cola ya estaba consolidada y era una gran multinacional que vendía su producto en gran parte del mundo. Lógicamente, también en Alemania donde la multinacional tenía 43 fábricas diseminadas por todo el país. Max Keith, el director de la filial alemana Coca-Cola GmbH, actuaba con cierta independencia de la matriz estadounidense y se atrevía a presentar el refresco como un producto alemán. Una estrategia comercial basada en la mentira pero muy válida en un territorio donde el resentimiento y las consecuencias de la Gran Guerra, además del crecimiento del nacionalsocialismo, hacían que los productos alemanes tuviesen mejor venta que los que venían del exterior.

Fanta

Durante el inicio de la guerra, Keith fue capaz de mantener la producción, los suministros necesarios para la elaboración y el contacto con la sede de Coca-Cola Company en Atlanta a través de Suiza. Internamente, Estados Unidos estaba inmerso en un mar de dudas respecto a la participación en la guerra, ya que gran parte de la opinión pública pensaba que la guerra era un tema europeo y que no tenía nada que ver con ellos; pero por otro lado no podían permitir que el fascismo siguiese adueñándose del viejo continente y de que su principal aliado y socio europeo, Gran Bretaña, fuese derrotado. Finalmente, tras el ataque japonés a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, Estados Unidos entró en la guerra y los envíos de jarabe de Coca-Cola dejaron de llegar. Ante este panorama, y la imposibilidad de seguir produciendo el refresco estadounidense, Max Keith decidió tirar de imaginación y comenzaron a hacer pruebas para crear otro refresco que sustituyese a la Coca Cola y con suerte mantener las fábricas y los puestos de trabajo. Tras varios intentos, y con la limitación de las escasez de materias primas propia de una guerra,  al fin obtuvieron una bebida con sabor a frutas creada con productos excedentes: suero de leche de vaca, cafeína, azúcar de remolacha, restos del mosto de las manzanas para hacer sidra y cualquier otra fruta que se pudiese conseguir.

Una vez que ya habían encontrado el sustituto de la Coca Cola, ahora había que darle un nombre, así que crearon un concurso en el que serían los propios trabajadores de la empresa los que harían las propuestas . Ganó la propuesta hecha por Joe Knipp, un vendedor que siguió al pie de la letra las indicaciones del director: “que vuelen su imaginación y su fantasía”. Así, propuso Fanta, palabra derivada de Fantasie (fantasía en alemán). Crearon una botella con un diseño exclusivo, la marca fue registrada y comenzaron las ventas. No las tenían todas consigo, ya que estaban temerosos de que el producto no fuese bien recibido por los potenciales clientes, así que decidieron utilizar el tirón del anterior refresco incluyendo la frase “Es un producto de Coca-Cola GmbH”.

En 1943 se vendieron 3 millones de botellas de la nueva bebida en Alemania y los países ocupados. El caso es que, no sólo se vendía como un refresco, sino también como edulcorante para otras bebidas o infusiones debido al racionamiento del azúcar. Y así nació Fanta, bajo el régimen nazi y en plena guerra… pero sería un error decir que fue la bebida de los nazis o un invento de los nazis.  Y respecto a la frase del cineasta estadounidense Michael Moore, cuando dijo «When you drink Fanta, that’s the nazi drink» (Cuando bebes Fanta, eso es la bebida de los nazis), eso en mi tierra se llama tergiversar y manipular la historia.

De Keith se sospechó que colaboraba con el régimen nazi, y tras la guerra se abrió una investigación para determinar su implicación. En su defensa, declaró que él sólo era un empresario y que nunca mostró ninguna simpatía con el nazismo, de hecho nunca se afilió al partido. La conclusión de la investigación fue que no existían pruebas para procesarlo, incluso se descubrió que había ayudado a las poblaciones bombardeadas llevando agua potable en camiones de reparto de la empresa. Tras la guerra, comenzó la reconstrucción de Alemania y Coca-Cola volvió a comercializar su producto, además de volver a construir varias fábricas. Coca-Cola no le hizo ascos al nuevo producto y en 1960 lo compró y comenzó la exportación masiva.

Con la colaboración de Antonio José Pérez Sánchez de EcoSpain