Aunque no deja de ser una tradición histórica, en muchos países los estudiantes que terminan la carrera de Medicina hacen el juramento hipocrático, una especie de norma ética que marca la relación médico-paciente. Se considera al griego Hipócrates (siglo V a.C.) como una de las figuras más destacadas de la historia de la medicina y muchos se refieren a él como el «padre de la medicina» en reconocimiento a sus importantes y duraderas contribuciones a esta ciencia. Fundador de una escuela de medicina en la antigua Grecia, la estableció como una disciplina separada de otros campos con los cuales se la había asociado tradicionalmente y convirtió el ejercicio de la medicina en una auténtica profesión, estableciéndose en el juramento que se lleva su nombre las bases del ejercicio de la medicina…

Juro por Apolo médico, por Esculapio, Higía y Panacea, por todos los dioses y todas las diosas, tomándolos como testigos, cumplir fielmente, según mi leal saber y entender, este juramento y compromiso:
Venerar como a mi padre a quien me enseñó este arte, compartir con él mis bienes y asistirles en sus necesidades; considerar a sus hijos como hermanos míos, enseñarles este arte gratuitamente si quieren aprenderlo; comunicar los preceptos vulgares y las enseñanzas secretas y todo lo demás de la doctrina a mis hijos y a los hijos de mis maestros, y a todos los alumnos comprometidos y que han prestado juramento, según costumbre, pero a nadie más.
Jamás daré a nadie medicamento mortal, por mucho que me soliciten, ni tomaré iniciativa alguna de este tipo; tampoco administraré abortivo a mujer alguna. Por el contrario, viviré y practicaré mi arte de forma santa y pura.
En cualquier casa que entre, lo haré para bien de los enfermos, apartándome de toda injusticia voluntaria y de toda corrupción, principalmente de toda relación vergonzosa con mujeres y muchachos, ya sean libres o esclavos.
Todo lo que vea y oiga en el ejercicio de mi profesión, y todo lo que supiere acerca de la vida de alguien, si es cosa que no debe ser divulgada, lo callaré y lo guardaré con secreto inviolable.
Si el juramento cumpliere íntegro, viva yo feliz y recoja los frutos de mi arte y sea honrado por todos los hombres y por la más remota posterioridad. Pero si soy transgresor y perjuro, avéngame lo contrario. -Texto clásico-

Hipócrates

En el Medievo las enseñanzas heredadas de la medicina clásica, con Hipócrates y Galeno como máximos representantes, dejaron paso a otras prácticas en las que cabría preguntarse si habríamos ido al médico en la Edad Media. Viendo las ilustraciones de la época, aquello de “en cualquier casa que entre, lo haré para bien de los enfermos” o “jamás daré a nadie medicamento mortal” parecía una broma de mal gusto. No sería hasta la llegada del Renacimiento, donde se recuperan los valores clásicos en todas las disciplinas, cuando el juramento, y su observancia, volverían a renacer. Habría que esperar hasta mediados del siglo XX, con la aprobación del Código de Nuremberg (1947), para encontrar nuevos términos en la relación médico-paciente como “consentimiento informado” o “exoneración de responsabilidad“. Algo que todos los que han tenido que pasar por un hospital para algún tipo de intervención conocen y han tenido que firmar. Se informa de la operación en cuestión, de las posibles consecuencias y se firma el consentimiento para dicha intervención y, a la vez, se libera al galeno de cualquier tipo de responsabilidad. Hasta aquí, todo en su lugar… pero como ya os he dicho en muchas ocasiones, si existe una disciplina en la que las verdades absolutas se pueden convertir en relativas, esa es la historia. Los historiadoresOmur Sayligil y Hilmi Ozdenb de la Universidad Eskisehir Osmangazi (Turquía) han encontradoun documento de consentimiento y exoneración de responsabilidad médica de 1524. Junto con la promesa de no demandar si algo sale mal, un paciente, en presencia de testigos, da permiso para que los cirujanos le extraigan una piedra de la vejiga.
Consentimiento y exoneración

«Esto está escrito para certificar que Dimitri bin nikola, un dhimmi -un no musulmán en el Imperio otomano-, residente en el barrio Balıkpazarı de la ciudad de Bursa, tiene una piedra en la vejiga y se presentó ante el cirujano Cerrah Seydi Ali bin Berekât es-Seybî para que se la quitase. Ante el tribunal de la Sharia en presencia del cadí pagará 300 akce (monedas de plata) por la extracción de piedra y Dimitri no demandará a Seydi Ali si sufre algún daño e incluso si pierde la vida debido a la eliminación de piedra»: bin Hasan hacı Abdullah bin Ali Kemal (Fecha: 26 de Dhu al-Qi’dah 933)