Como buenos seguidores de la locución latina «Panem et circenses» (pan y circo), los emperadores trataban de proporcionar entretenimiento a los ciudadanos de Roma en el Circo Máximo con las carreras de cuadrigas o en el Coliseo (anfiteatro) con las luchas de gladiadores o las de animales (venatio). Tratando siempre de superar lo hecho por sus antecesores, ya fuese por lo original o por la crueldad empleada, se llegaron a recrear combates navales (naumachia) e incluso echaron mano de la Mitología. Una de estas recreaciones mitológicas fue la de Orfeo (tocando su lira logró dormir a Cerbero, el perro de tres cabezas que protegía la entrada del inframundo) en la que el prisionero o el condenado que interpretaba a Orfeo debía amansar con la música a las fieras salvajes con las que se le había encerrado en una jaula -el resultado, un cuerpo descuartizado-. También se recreó la muerte de Hércules, cuando se pone la túnica envenenada es tan insoportable el dolor que pide que lo quemen para terminar con aquel sufrimiento.

Muerte de Hércules (1634) - Fco. de Zurbarán

Muerte de Hércules (1634) – Fco. de Zurbarán

En la recreación de la muerte de Hércules al intérprete del papel protagonista se le ponía una túnica de lino impregnada en una sustancia inflamable (posiblemente nafta con algún retardante para prolongar la agonía) que lo convertía en una auténtica antorcha humana. A este tipo de tortura y muerte se le llamó «la túnica molesta«. Aunque fue Nerón el que perfeccionó el método, cuando lo utilizó con los cristianos a los que había acusado de incendiar Roma en el 64, en la Ley de las XII Tablas, el texto legal que contenía las normas para regular la convivencia del pueblo romano, ya se estipulaba la pena de ser quemados vivos (crematio o ad flammas) para los acusados de algunos delitos muy concretos, como los pirómanos.

Antorchas de Nerón (1877) - Henryk Siemiradski

Antorchas de Nerón (1877) – Henryk Siemiradski

Fuentes: Roman Execution ad Flammas, Archaeology