La Historia, a menudo, suele ser injusta con algunos personajes que acaban pasando desapercibidos cuando en realidad han protagonizado alguna importante gesta. Numerosas son las personas que quedan en el olvido sin haber destacado por lo que lograron. Uno de esos casos es el que se refiere a Roberta Gibb, la primera mujer que corrió en una maratón en 1966, un año en el que a las mujeres no se les permitía inscribirse en ese tipo de eventos deportivos. Durante tres años consecutivos Roberta participó en el maratón de Boston, pero su nombre no ha quedado enmarcado en ninguna vitrina debido a un hecho que ocurrió en 1967 con Kathrine Virginia Switzer, otra mujer que también participó y quien se llevó todos los méritos y honores debido a un incidente ocurrido durante la carrera.

Roberta se escondía bajo una capucha de su sudadera entre unos arbustos junto a la línea salida y una vez que se daba el pistoletazo se unía al grupo de corredores ante el follón que había en el momento, algo que hacía que pasase totalmente desapercibida. Así lo hizo los tres años y pudo completar la carrera sin problema alguno. Lo único que la diferenciaba de los demás corredores era que no portaba dorsal alguno, algo que era frecuente en algunos espontáneos que se unían a la carrera sin haberse inscrito previamente. Los comisarios de la carrera hacían la vista gorda y no daban importancia al hecho de que participasen extraoficialmente corredores no inscritos e incluso sabían (o al menos imaginaban) que alguna mujer podría haber entre tantísima gente. Lo que no permitirían es que fuese oficialmente.

Roberta Gibb

Roberta Gibb

A pesar de la prohibición de inscribirse a las mujeres, en la maratón de 1967, Kathrine V. Switzer, una joven estudiante de 20 años de edad, participó y además llevando colocado sobre su sudadera un dorsal con el número 261. ¿El motivo? A la hora de inscribirse lo hizo con el siguiente nombre «KV Switzer» (las iniciales de sus nombres y su apellido) por lo que la persona que tomó los datos se dejó llevar por la confusión, creyendo que era el nombre de un hombre, y permitió tal inscripción. Cabe destacar que las inscripciones no se hacían de forma presencial, sino que se enviaban desde los diferentes clubes de atletismo un listado con los nombres de los participantes de cada asociación deportiva. Kathrine iba incluida en el del club Syracuse Harriers, de ahí la confusión. Kathrine tomó la salida rodeada de un grupo de compañeros y su propio novio Tom, quienes ayudaron a que no fuese vista en el momento del inicio por ningún inspector de los muchos que había en la carrera.

Kathrine Virginia Switzer

Kathrine Virginia Switzer

Pero tras estar un rato corriendo, Jock Semple, uno de los comisarios de la carrera, se percató de la presencia de Kathrine, se abalanzó hacia ella, intentó agarrarla y le gritó «¡Sal de mi maldita carrera y devuélveme esos dorsales!«, momento que fue inmortalizado fotográficamente, dando la instantánea la vuelta al mundo. Afortunadamente para la joven, su novio Tom Miller iba corriendo muy cerca de ella y pudo ayudarla dando un empujón a Jock Semple, al que envió varios metros más allá. Kathrine V. Switzer consiguió terminar la maratón tras un tiempo de 4 horas 20 minutos. Por delante de ella, con 3:27:17, quedó Roberta Gibb.

Así pues, hay que darle el honor que se merece a Kathrine V. Switzer por haber sido la primera mujer que participó en una maratón pero portando un dorsal. El mérito de haber sido la primera en correr la maratón debemos concedérselo a, la injustamente olvidada, Roberta Gibb. Los siguientes años otras mujeres siguieron corriendo el maratón de Boston, aunque de manera extraoficial, como hasta entonces lo había hecho Roberta que, por cierto, también ganó en 1968. Hasta 1972 no se autorizó oficialmente la inscripción de mujeres, pudiendo hacerlo a partir de aquel momento portando un dorsal.

Colaboración de Alfred López.