El pasado 11 de septiembre se celebró, como todos los años desde 1886, la fiesta oficial de Cataluña, la Diada. Aunque la fiesta nació para honrar la resistencia catalana del 11 de septiembre de 1714, desde hace unos años se ha convertido en una fiesta inequívocamente soberanista que puede tener un punto de inflexión el próximo 9 de noviembre… o no. En el centro del huracán Artur Mas, el hombre que puede pasar a la historia como el héroe o el villano que desmembró España. Y, por esos caprichos de la historia, otro catalán apellidado también Mas fue uno de los mayores defensores de la Unión Ibérica.

Sinibaldo

El protagonista de esta historia se llamaba Sinibaldo de Mas, Sinibald de Mas en catalán, y nació en Barcelona el 4 de septiembre de 1809. Recibió una formación humanística y científica, y desde muy joven destacó en el estudio de las lenguas -hablaba 20 idiomas-. En 1834, con el apoyo del obispo de Astorga Félix Torres Amat y gracias al dominio de los idiomas y a su formación, es nombrado traductor y agregado diplomático en la «cuestión de Oriente«. La labor de Mas consiste en redactar despachos con informaciones referentes al comercio y la situación política general de los países que visita, así como la posición de las potencias europeas (Francia y Gran Bretaña) en aquellos lugares. La primera etapa de su aventura diplomática/informativa fue Constantinopla, desde donde se desplazó a Beirut, Alepo, Palmira, Damasco, Bagdad y Grecia. La siguiente etapa le llevaría hasta Egipto donde comienzan los primeros problemas para recibir su paga desde Madrid y debe buscarse la vida. Gracias al conocimiento del árabe, interviene como traductor en algunos negocios mercantiles e incluso colabora en la construcción de una granja avícola junto al Nilo siguiendo un viejo procedimiento de incubación local que llevaría a Europa.

En 1838 tenemos a nuestro protagonista en la India, donde persisten los problemas de cobro y en Bengala se tiene que ganar la vida como retratista. Durante su estancia en el subcontinente indio enfermó de disentería y estuvo convaleciente durante 6 meses. Aunque débil todavía y sin apenas recursos, decide seguir su viaje hasta Filipinas donde permaneció más de dos años. Gracias a los problemas económicos que siguió padeciendo, tuvo que dedicarse a la fotografía y en Filipinas es recordado como un pionero en la introducción de la fotografía en la antigua colonia española. Eso sí, tuvo que vivir varios meses de la caridad del padre Manuel Bueno. A su vuelta a Madrid en 1842 publicó «Informe sobre el estado de las islas Filipinas», un análisis demoledor en el que aconseja salir de allí cuanto antes por la carga económica que supone para España.

Tras la derrota de China en la Guerra del Opio, y el posterior tratado de Nankín en 1842, el gigante asiático se abre al comercio exterior. El resto de potencias empiezan a tener su presencia en China y el gobierno español envía a su mejor hombre en estos menesteres en calidad de encargado de negocios y Cónsul General de la legación española en China. Aunque el papel de España va a ser secundario y nuestra legación va a ser muy modesta, en 1844 Sinibaldo consiguió la acreditación del emperador y sede diplomática en Pekín cuando sólo Francia, Gran Bretaña y EEUU la tenían. Los informes del diplomático dejan claro que España debe aumentar su presencia en la zona, y Madrid reacciona nombrándolo en 1846 Ministro Plenipotenciario en China, con sede en Macao, con el objetivo de establecer un tratado comercial con China similar a los firmados por las potencias europeas años atrás. Mas ocupa el cargo durante varios períodos y llega a crear una red de consulados en Cantón, Xiamen, Hong Kong, Sahghai, Fuzhou…

En 1851, en uno de sus múltiples viajes a la península, publicó «La Iberia. Memoria sobre la conveniencia de la unión pacífica y legal de Portugal y España», un detallado informe de las ventajas políticas, económicas y sociales de la unión de las dos monarquías peninsulares en una sola nación. Sinibaldo se convirtió en uno de los máximos impulsores del iberismo (Unión Ibérica), movimiento que promovía la unión de España y Portugal en una sola unidad política y hacer de ella una entidad fuerte desde los puntos de vista político, económico, social y cultural. Además, aportó los estandartes de la nueva nación: el escudo sería el de España y Portugal unidos y la bandera tendría los colores blanco, azul, rojo y amarillo.

Bandera Sinibaldo

En 1868 falleció mientras desempeñaba labores diplomáticas para el gobierno portugués en China. A pesar de dedicar su vida a la diplomacia y a «vender la marca España», todavía tuvo tiempo para publicar varias obras: Aristodemo o Nicea, Sistema musical de la lengua castellana, La Chine et les puissances chrétiennes, Arte de escribir en letra española, Arte de escribir letra inglesa

Fuentes: Universidad de Navarra, Encaramado a la red
Imagen: Flickr