Entre 1791 y 1804, e inspirados por los hechiceros Boukman y Mackandal, los cabecillas François Dominique Toussaint-Louverture y Jean-Jacques Dessalines lideraron la revolución haitiana contra el sistema esclavista instaurado en la colonia francesa de Saint-Domingue, que culminaría con la prohibición de la esclavitud y la proclamación de la República de Haití.

Charles Deslonde

Charles Deslondes

Ya en el continente, en tierras de Nueva Orleans, tenemos a Charles Deslondes, un esclavo más de una de las muchas plantaciones de algodón. En apariencia un esclavo obediente y trabajador pero que llevaba años preparando una revolución, similar a lo ocurrido en Haití, y fundar una república para negros en suelo norteamericano. Aunque sabía que se lo jugaba todo, libertad o muerte, su revolución no sería un salvaje baño de sangre contra sus opresores. Durante meses estuvieron distrayendo el material necesario para su ejército: armas, uniformes… y hasta un tambor.

Rebelión esclavos

El 8 de enero de 1811, Charles montaba un caballo y se ponía al frente de un ejército uniformado compuesto por 500 esclavos y marchando en formación al paso marcado por el tamborilero. El tiempo que pasaron recorriendo las plantaciones para sumar más esclavos a su causa, permitió a los esclavistas sureños llegar hasta Nueva Orleans (Luisiana) y dar aviso de la revuelta. Cuando llegaron a las puertas de la ciudad, la milicia les estaba esperando. Ante la mejor preparación y, sobre todo, mejores armas de los milicianos, el ejército de esclavos fue derrotado. La represión fue brutal…

Unos 50 rebeldes fueron decapitados y sus cabezas clavadas en picas a lo largo del camino.
Otros 29 fueron juzgados y colgados en las puertas de la ciudad.
Los que pudieron escapar fueron perseguidos por las plantaciones y ejecutados.

Y Charles sirvió de escarmiento y aviso…

Después de cercenarle las manos, le dispararon en una pierna y luego en la otra, un tercer disparo en el pecho y mientras agonizaba lo cubrieron de paja y le prendieron fuego.

Además, los propietarios de los esclavos fueron indemnizados con 300 dólares… por las pérdidas sufridas.

Aquel levantamiento, el mayor en cuanto al número de esclavos implicados, apenas trascendió… “actos aislados de bandidaje y pillaje”. Hasta la fecha, las anteriores revueltas habían sido menos numerosas y, sobre todo, más sangrientas, lo que justificaba las brutales represiones de los esclavistas. Ahora, todo había cambiado, fue una batalla entre dos ejércitos y nada podía justificar aquel baño de sangre. Era mejor minimizar lo ocurrido y poner en marcha la maquinaria de la amnesia colectiva.