La Guerra de Secesión o Guerra Civil Estadounidense enfrentó durante cuatro años (1861 a 1865) a las fuerzas de los estados del Norte (la Unión) contra los recién formados Estados Confederados de América, integrados por once estados del Sur que proclamaron su independencia. Aunque muchas veces se vende como un enfrentamiento entre abolicionistas y esclavistas, que también, había otras cuestiones que enfrentaban a ambos contendientes: dos economías completamente distintas (el Norte industrial y el Sur agrario basada en la esclavitud).

La Proclamación de Emancipación emitida por el presidente Abraham Lincoln el 1 de enero de 1863, liberaba a todos los esclavos de los Estados Confederados. Una medida de guerra que sólo afectaba a los estados rebeldes. De hecho, los estados esclavistas que permanecieron fieles a la Unión o que habían sido recuperados siguieron manteniendo esclavos. Esta medida permitió a los afroamericanos, tanto negros libres como esclavos huidos, unirse al ejército de la Unión. Alrededor de 190.000 se presentaron como voluntarios, lo que incrementó aún más la diferencia numérica de ambos ejércitos. Pero los confederados no reconocieron oficialmente a los afroamericanos como prisioneros de guerra. En palabras de Jefferson Davis, presidente de los recién creados Estados Confederados de América…

Todos los esclavos negros capturados luchando serán entregados a las autoridades de los respectivos Estados a los que pertenecen […] deben ser juzgados por insurrección y si son declarados culpables serán ejecutados.

Afroamericanos

Aunque la primera intención de Lincoln era utilizar a sus nuevos reclutas en labores de intendencia lejos del frente, la presión de éstos le obligó a permitirles luchar en igualdad con el resto de soldados. Su respuesta a las palabras de Davis…

No debe existir ninguna distinción en el tratamiento de los prisioneros de guerra por el color de su piel […] si la Confederación ejecuta un soldado de la Unión, la Unión ejecutará a otro; si la Confederación esclaviza un soldado de la Unión, un prisionero confederado se someterá a trabajos forzados.

Aún así, todo quedó en manos de los comandantes de los distintos regimientos confederados; normalmente los afroamericanos eran simplemente separados del resto pero no en pocas ocasiones fueron sometidos a trabajos forzadas o devueltos a sus antiguos amos de los que habían huido o asesinados. La Unión trató de hacer lo que pudo por evitar aquella situación: en Fort Gilmer (Virginia), varios soldados afroamericanos que habían sido capturados fueron obligados a trabajar en las trincheras bajo el fuego enemigo. En represalia, el General de la Unión Benjamin F. Butler puso el mismo número de prisioneros de guerra confederados en sus trincheras… los prisioneros afroamericanos fueron retirados del frente. Pero los confederados todavía fueron más lejos: durante los dos primeros años de la guerra, eran frecuentes los intercambios de prisioneros, pero ante la negativa de los confederados a intercambiar los soldados afroamericanos -para ellos no eran prisioneros de guerra, los consideraban como mulas o carromatos-, Lincoln decidió prohibirlos. Esta prohibición perjudicaba mucho más a los confederados que a la Unión ya que tenían muchos menos efectivos. Al final, y sólo por una cuestión meramente numérica, los confederados tuvieron que ceder y equiparar a los prisioneros blancos y negros.