Cuando los romanos derrotaron a los cartagineses y, posteriormente, a los rebeldes celtíberos, lusitanos, astures… consiguieron, además de tierras fértiles y productivas, importantes yacimientos de metales en lo que sería la provincia de Hispania. En palabras de Plinio (en Naturalis Historia):

Hispania es profusa en metales de hierro, plomo, cobre, plata y oro, la Citerior posee lapis specularis…

El lapis specularis, piedra especular, es una variedad del yeso, denominada yeso selenítico, con una configuración cristalina y laminar que permitía cortarlo en lajas con un simple serrucho. De esta forma se podía obtener placas de diferentes tamaños y con el espesor adecuado para ser completamente traslúcidas… «protegía del frío y permitía mirar a su través» (Plinio). Estas lajas comenzaron a utilizarse, en el siglo I, para cubrir las ventanas y claraboyas, a modo de nuestro acristalamiento, como elemento ornamental en muchas construcciones y, también, para invernaderos.

Hispania fue pionera en el uso de estos cristales porque el primer yacimiento, y el más importante, de lapis specularis estaba situado en la localidad celtíbera de Segóbriga (Saelices, Cuenca) donde se extraía de profundos pozos en el subsuelo, de hasta 30 metros, y comunicados con galerías. Volviendo a recurrir a Plinio:

Las piedras anteriormente descritas se dejan cortar con la sierra; pero la piedra especular, pues también ella recibe el nombre de piedra, dada su constitución mucho más tratable, se hiende y se separa en láminas tan finas como se desee. Antiguamente sólo se hallaba en la Hispania Citerior, y no en toda la provincia, sino sólo en el área de cien mil pasos alrededor de la ciudad de Segóbriga. Hoy día, la suministran también Chipre, Capadocia y Sicilia y un reciente descubrimiento de África. No obstante, todas estas variedades son inferiores a la de Hispania…

Fuentes: Ciencia y Técnica en el Antiguo Mundo Romano – Álvaro G. Vitores, La ingeniería minera romana – Juan Carlos Guisado di Monti