Desde finales del siglo XV la isla de Chipre estuvo bajo el dominio de la República de Venecia y se convirtió en uno de los centros comerciales más importantes del Mediterráneo. Casi un siglo más tarde, se hacía con el poder en el Imperio Otomano el sultán Selim II. Siempre mostró más preocupación por la poesía, el buen comer y, sobre todo, el buen beber, que por las artes de la política. Era casi un adicto al vino de Chipre, más concretamente del Commandaria, venerado ya en la Antigua Grecia y que hoy todavía se produce. Cuenta la leyenda que, para asegurase el suministro continuo de vino, decidió invadir Chipre en 1570. La reacción de la comunidad cristiana no se hizo esperar; se creó la Liga Santa (Corona de España, República de Venecia, República de Génova, los Estados Pontificios y la Orden de Malta) y se enfrentaron al Imperio Otomano en Lepanto. A pesar de la victoria de la Liga, encabezada por don Juan de Austria, Chipre permaneció bajo el domino otomano durante tres siglos.

Selim II

Aunque el hecho de pensar que pudo invadir Chipre por el vino pueda parecer una frivolidad, la realidad es que Selim II ha pasado a la posteridad con el sobrenombre de el Borracho y, además, murió tal como vivió… debido a una enorme borrachera se cayó y falleció al golpearse la cabeza. Así que, tampoco sería nada extraño.