El desarrollo tecnológico en tiempos de guerra, enfocado a la supremacía militar frente al enemigo, ha derivado en varias ocasiones en usos civiles. Y aunque con este explosivo en polvo, llamado Aunt Jemima por similitud con la marca de harina para hacer tortitas, se podía hasta cocinar… no creo que tuviese mucho éxito comercial.

El ucraniano George Bogdan Kistiakowsky, nacionalizado estadounidense en 1933, fue profesor de Química en las Universidades de Princeton y Harvard, participó en el Proyecto Manhattan y fue nombrado asesor científico del presidente Dwight Eisenhower. En 1942 asume la presidencia de la División de Explosivos del Comité de Investigación de la Defensa Nacional, donde se fabricaban explosivos y propulsores para cohetes, además de realizar pruebas de rendimiento y seguridad.

George Kistiakowsky

Su producto estrella fue el desarrollo de un explosivo en polvo con apariencia de harina, Aunt Jemima,  que incluso se podía utilizar como ingrediente para recetas de galletas, magdalenas, tortitas… sin explotar y sin perder su eficacia como explosivo. Aunque su consumo no era aconsejable, Kistiakowsky, para demostrar que no era tóxico, llegó a probarlo en forma de tortita delante de los escépticos militares. Dada su textura se podía transportar en recipientes de harina o en forma de tortitas y, de esta forma, era idóneo para hacerlo llegar a la resistencia y ser utilizado en acciones de sabotaje. El polvo fue enviado a los chinos en bolsas de harina y se utilizó contra las fuerzas de ocupación japonesas.

Fuentes: BookRags, Discovery