Marco Antonio, comandante en jefe de Julio César, persiguió a los culpables de la muerte de éste y, además, supo ganarse al pueblo de Roma, lo que le permitió, junto a Octavio y Lépido, formar parte del Segundo Triunvirato en 43 a.C. Aún así, había todavía muchos partidarios de la República y se desencadenó una guerra civil contra los partidarios del Triunvirato. Marco Antonio solicitó la ayuda de la reina Cleopatra, amante de Julio César, para que acudiera con sus naves a Tarso (Turquía). Cleopatra, en un principio, no quiso inmiscuirse en un conflicto entre romanos pero finalmente accedió a reunirse con Marco Antonio… el encuentro duró cuatro días y de allí salió una alianza política y el amor a primera vista. Marco Antonio se marchó a Alejandría con Cleopatra y allí pasaron el invierno rodeados de lujo y disfrutando de días de vino y rosas.

Cleopatra y Marco Antonio

Aunque a Cleopatra todos le pongamos la cara de Liz Taylor, según las palabras de Plutarco eran otras sus cualidades:

Se pretende que su belleza, considerada en sí misma, no era tan incomparable como para causar asombro y admiración, pero su trato era tal, que resultaba imposible resistirse. Los encantos de su figura, secundados por las gentilezas de su conversación y por todas las gracias que se desprenden de una feliz personalidad, dejaban en la mente un aguijón que penetraba hasta lo más vivo. Poseía una voluptuosidad infinita al hablar, y tanta dulzura y armonía en el son de su voz que su lengua era como un instrumento de varias cuerdas que manejaba fácilmente y del que extraía, como bien le convenía, los más delicados matices del lenguaje; Platón reconoce cuatro tipos de halagos, pero ella tenía mil.

Y si le añadimos una pizca de fuerte carácter, tenemos una mujer que no se dejaba amilanar ni doblegar. Prueba de ello es la anécdota que cuenta Plutarco en Vida de Marco Antonio. Ante estas cualidades Marco Antonio siempre intentaba impresionar a Cleopatra… Un buen día, estaba pescando en el Nilo pero estaba quedando en evidencia frente a Cleopatra porque no conseguía ninguna captura y, al igual que Franco cazando perdices y pescando salmones, ordenó a un esclavo que se metiese al río y pusiera en el anzuelo peces ya capturados. La mañana fue muy productiva y Marco Antonio quedó como un gran pescador.

A los pocos días Cleopatra invitó a varios miembros de las familias más poderosas de Egipto para que acudiesen como espectadores a un día de pesca con Marco Antonio. Esta vez fue Cleopatra quien ordenó a un esclavo repetir la operación. Cuando Marco Antonio sacó un enorme pescado lo enseñó orgulloso a todos los presentes… para sorpresa del romano todos comenzaron a reír. Marco Antonio no entendía nada… lo que él no sabía era que aquella captura era de mar.

Cleopatra se había dado cuenta del engaño de Marco Antonio y quiso darle un escarmiento por intentar engañar a la reina.

Fuente: Gabinete de Curiosidades Romanas – J.C. McKeown