El pasado día nueve el original de la Constitución de 1812, la Pepa, regresó a Cádiz, la ciudad donde se redactó y promulgó hace 200 años. Fue nuestra primera Constitución que consiguió algo que parecía harto difícil… poner de acuerdo a liberales y absolutistas. Gracias al respaldo de los diputados que representaban a los territorios de América, en su mayoría pertenecientes a la burguesía criolla, se reconocía la igualdad de todos los territorios y de todos los españoles:

La nación española es la reunión de los españoles de ambos hemisferios

Y según el artículo 5 se determinaba quién eran españoles:

1. Todos los hombres libres nacidos y avecindados en los dominios de las Españas, y los hijos de éstos.
2. Los extranjeros que hayan obtenido de las Cortes carta de naturaleza.
3. Los que sin ella lleven diez años de vecindad, ganada según la ley en cualquier pueblo de la Monarquía.
4. Los libertos desde que adquieran la libertad en las Españas.

Por tanto, se incluía a indígenas, mestizos, castas pardas (los que por cualquier línea tenían ascendencia africana) y negros libres… sólo quedaban excluidos los esclavos. Entonces, ¿todos los españoles éramos iguales y teníamos los mismo derechos? Casi.. En los artículos 27 y 28 se determina que las Cortes son la reunión de todos los diputados que representan la Nación, nombrados por los ciudadanos y cuya representación nacional será la misma en ambos hemisferios (fijada por el número de habitantes), pero el artículo 22 es la clave del atropello:

[son ciudadanos] A los españoles que por cualquier línea son habidos y reputados por originarios del Africa [castas pardas], les queda abierta la puerta de la virtud y del merecimiento para ser ciudadanos: en su consecuencia las Cortes concederán carta de ciudadano a los que hicieren servicios calificados a la Patria, o a los que se distingan por su talento, aplicación y conducta, con la condición de que sean hijos de legítimo matrimonio de padres ingenuos [libres]; de que estén casados con mujer ingenua, y avecindados en los dominios de las Españas, y de que ejerzan alguna profesión, oficio o industria útil con un capital propio.

Por tanto, negros, mulatos y zambos debían ganarse la ciudadanía. Su color representaba la mancha de la esclavitud… Tras esta exclusión, clasista y racista, se escondían intereses políticos por parte de los representantes peninsulares… como la población americana era superior a la peninsular, y la elección de representantes era proporcional a la población, con la eliminación de derechos políticos a las castas pardas, que no civiles, casi se equiparaban las poblaciones y, por tanto, el número de representantes.