Espero que este post de hoy no sirva para que algún iluminado piense que también sería una buena medida anticrisis… es sólo un detalle de cómo no hacer las cosas pero que, lamentablemente, se hizo y, además, vía Decreto en 1918.

En 1917, y en plena Primera Guerra Mundial, España vivía su particular crisis: un movimiento sindical militar (las Juntas de Defensa), un movimiento político (la Asamblea de Parlamentarios de orientación catalanista que tuvo lugar en Barcelona) y un movimiento social (la huelga general convocada por UGT y CNT). Tras las Elecciones Generales de febrero de 1918 llega al poder Antonio Maura, quien dirigió un gabinete de concentración con conservadores y liberales.

Huelga general de 1917

Una de las primeras medidas que tuvo que tomar fue atajar el alto precio de un alimento básico… el pan. La teoría: las tahonas subían los precios porque había subido el precio de la harina, los fabricantes de harina porque había subido el del trigo y los agricultores lo subían porque decían que había poco trigo. La práctica: había trigo suficiente, el problema es que los acaparadores y/o especuladores lo acumulaban para que la escasez en el mercado hiciese subir los precios. Había que sacar al mercado el trigo oculto. Para ello, el nuevo gobierno tenía dos opciones: una, incautar el trigo oculto para sacarlo al mercado y, otra, fijar el precio del trigo a un precio que resultase interesante para que los especuladores lo sacasen. Lamentablemente se tomó esta última que conseguía sacar el trigo oculto pero a un precio tal, que el objetivo de rebajar el precio del pan quedaba muy lejos, incluso podía subirlo. Así que, hubo que tomar una drástica medida:

En 1918, y vía decreto, el kilo de pan pasó a pesar 800 gramos.

No se modificaron las unidades de medida, sólo que el pan tuvo esta caprichosa variación para distorsionar su precio.

Fuentes: Hemeroteca ABC (1918), Historiadores de la Cocina, Menudas historias de la historia – Nieves Concostrina, La Casa del Arce rojo