Los anfiteatros eran construcciones de la antigua Roma utilizadas para acoger espectáculos y juegos (munera, lucha de gladiadores y venationes, lucha de animales). Entre los más famosos, y que hoy en día todavía podemos contemplar, tenemos el Coliseo de Roma, el anfiteatro de Tarraco, el de Mérida y el anfiteatro de El Djem (Túnez).

En Madrid, que yo sepa, no hay ninguno… si hablamos de la propia de construcción. Pero sí hubo una época, en 1849, en la que Madrid fue testigo del espectáculo de luchas de animales en un anfiteatro improvisado… la plaza de toros (que debió ser, por la fechas, la Plaza de Toros de la Puerta de Alcalá). Para demostrar que el toro, nuestro animal patrio, era invencible, el 12 de mayo de 1849 se enfrentó al toro «Señorito”, de la ganadería de José Bermúdez, con un tigre de Bengala… a los tres minutos Señorito había matado al tigre.

No contentos con ello, decidieron el más difícil todavía… enfrentarían a un toro contra un león y un tigre. Para que el espectáculo no durase tan poco tiempo probaron la fiereza del león, llamado Julio, con un novillo y, más tarde, tres perros a los que derrotó. El 12 de agosto, y con el previo de la pelea entre una hiena y varios perros como teloneros, salieron a la plaza Caramelo, colorao y bragado, y el pobre Julio que a las primeras acometidas del toro se agazapó contra los barrotes de la jaula. Como se les caía el show, decidieron sacar al tigre, con el mismo resultado… ambos felinos arrinconados y Caramelo embistiendo a diestro y siniestro. Aprovechando el tirón de Caramelo se organizó una corrida en septiembre donde, tras cornear tres caballos, fue indultado.

Fuentes e imagen: España 1790-1900: sociedad y condiciones económicas – Germán Rueda, A los toros, Amazon