El municipio de Marbella (Málaga) ha estado en el candelero, en estos últimos años, por circunstancias ajenas a su encanto pero en 1959 tuvo un ilustre alcalde… el presidente americano Eisenhower.

Los años de la posguerra son los de la escasez. La reconstrucción económica de España es harto difícil: a la falta de bienes de equipo, materias primas y energía se une la falta de comercio exterior y de inversión extranjera (por el aislamiento internacional y la política económica del autoabastecimiento). El fin de la II Guerra Mundial y la posterior Guerra Fría entre las dos potencias mundiales harán que Franco, como acérrimo enemigo de los comunistas, se acerque a los EEUU como padrino en el contexto internacional. Supongo que pesó más aquello de «el enemigo de mi enemigo es mi amigo» que el régimen dictatorial de Franco porque en el 1953 se firmaba el Pacto de Madrid por el que los Estados Unidos proporcionarían ayuda económica y militar a España a cambio de construir y utilizar las bases aéreas y navales en territorio español. El siguiente éxito en política internacional se producía el 14 de diciembre de 1955, la Asamblea General de la ONU admitía a 16 nuevos países, entre los que se encontraba España.

El espaldarazo definitivo del apoyo americano ante la comunidad internacional se iba a producir el 21 de diciembre de 1959. El presidente americano, Eisenhower, decidió incluir a España en un viaje internacional por Europa, Oriente Próximo, Norte de África, India y Pakistán. Madrid se engalana para la visita con 60.000 banderas de España y Estados Unidos y 20.000 retratos de Eisenhower y Franco, y se obliga a que los colegios y empresas cierren sus puertas el día de la visita. Tras aterrizar en la base americana de Torrejón, Franco recibe a Eisenhower al pie de la escalerilla con un abrazo que será portada.

Recorren Madrid en un coche descapotable y la gente lo recibe con vítores y ondeando las banderas española y americana (a modo de «Bienvenido, Mister Marshall» de Berlanga), una cena de gala amenizada por el guitarrista Andrés Segovia, discursos de colaboración y enaltecimiento de la amistad… y tras 19 horas en suelo patrio, parte en dirección Rabat. Lógicamente, Eisenhower fue agasajado con varios presentes del pueblo español: mantillas, libros, cuadros, muñecas vestidas con trajes típicos (¿serían como la bailaora que haría furor años después sobre los televisores de este país?), puros canarios de un metro de longitud y 5 cm. de grosor, y, para rematar la faena, un documento que le acreditaba como alcalde honorario de Marbella.

Fuentes e imagen: ABC, el País, Los años del NODO – Rafael Abella y Gabriel Cardona