Recuerdo que mi primer gran proyecto de negocio fue recoger monedas antiguas de Franco porque en algún sitio escuché que aquellas monedas, al cabo de los años, tendrían mucho valor… tenía ocho o nueve años. Pero nunca me paré a pensar que lo que no había eran billetes con la cara de Franco, algo extraño siendo un dictador con sus correspondientes aires de grandeza y omnipresencia.

Hubo un par de intentos pero no llegaron a buen puerto. El 29 de septiembre de 1936 Franco fue nombrado Generalísimo de las Fuerzas de tierra, mar y aire por la Junta de Gobierno en Burgos y, pensando que sería cuestión de días la toma de Madrid, se encargó la fabricación de billetes (25, 50, 100 y 500 ptas) con el rostro de Franco a dos empresas inglesas, Thomas de la Rue y Bradbury Wilkilson and Co. La primera rechazó el pedido por ser el fabricante del Gobierno legítimo de España y el segundo, aunque llegó a fabricar las planchas y comenzar la impresión, desistió por las presiones del Gobierno británico.

Terminada la guerra y siendo ya Jefe de Estado, en 1940 volvió a la carga con el tema de los billetes. Esta vez se encargó el pedido a la empresa italiana Coen & Cartevalori, esperando no tener problemas por estar situada en un país amigo. Esta vez los problemas no vinieron por la parte del fabricante sino por decisión del propio Franco, aconsejado por sus colaboradores, al considerar que dichos billetes serían rechazados por el comercio internacional que no simpatizaba con el Régimen.

Prueba billetes de Franco

En el año 2002, la casa Afinsa, subastó ejemplares de prueba y llegaron a los 23.000 euros.

Imagen: Historia y Numismática
Fuente: Los años del miedo – Juan Eslava Galán