Otro año más, y gustoso, me uno a la iniciativa de Senovilla y Ángelhoy hablaremos de fe.

Hoy hablaré de uno de los mayores actos de fe, entendida como confianza y esperanza, de la historia.

Dionisio I, también llamado Dionisio I el Viejo, fue tirano de Siracusa cuyo reinado estuvo marcado por sus enfrentamientos con Cartago por el control de Sicilia. Uno de los presos capturados en la batalla le pidió a Dionisio que le soltase porque debía volver con su familia para atender un caso de vida o muerte y después regresaría para cumplir su condena… la muerte. Dionisio, que igual le daba ejecutar a uno que a otro, le propuso un trato: le permitiría regresar a su casa si encontraba a alguien que ocupase su lugar y si no regresaba en el tiempo estipulado se ejecutaría a su sustituto.

El soldado prisionero le comentó el trato a un amigo suyo y éste lo aceptó con todas las consecuencias. Al principio, esta muestra de confianza del que quedó como rehén causó admiración entre todos pero el paso de los días tornó al admiración en burla. Aún así, el rehén seguía manteniendo la fe. El día anterior al previsto para la ejecución, en medio de todos los preparativos, su amigo apareció. Aquel acto de fe conmovió a Dionisio y les dejó libres.

No debemos perder la fe en la humanidad que es como el océano: no se ensucia porque algunas de sus gotas estén sucias.

Mahatma Gandhi