Antes de contar esta historia me gustaría puntualizar que Biafra fue un estado independiente durante tres años, de 1967 a 1970, situado al sur de Nigeria.

Biafra

Biafra

El protagonista de nuestra historia no es otro que el conde sueco Carl Gustaf Ericsson von Rosen, un loco de la aviación y un adalid de las causas perdidas. En 1939, en la Guerra de Invierno, se presentó voluntario en Finlandia para luchar contra el ejército ruso, pero su gesta más importante tuvo lugar en Biafra.

Carl Gustav von Rosen

En 1967, tras un conflicto étnico entre los Hausa-Faluni y los Ibos, propio de un continente en el que las fronteras se hicieron con escuadra y cartabón, el teniente coronel Chukwuemeka Odumegwu Ojukwu, de la etnia ibo, declaró la independencia de Biafra (región sudoriental de Nigeria habitada por los ibos). El gobierno de Nigeria respondió con un bloqueo económico pensando que sería flor de un día, pero tras los éxitos iniciales de los ibos decidió enviar tropas. Poco o nada tenía que hacer el ejército de Biafra ante el poderoso ejército rival (más numeroso, mejor equipado y con los temibles MiG-17 soviéticos).

Durante el bloqueo de Biafra se buscaban pilotos, casi suicidas, que llevasen suministros médicos hasta Biafra y aquí apareció nuestro protagonista. Consiguió llegar con los suministros y cuando vio la situación desesperada de los ibos decidió quedarse para ayudar. Intentó adquirir algún caza para hacer frente a los MiG-17 pero sólo pudo conseguir algunas avionetas de hélice del modelo Malmö MFI-9.

Eran 6 pilotos (tres suecos y 3 ibos) y cinco avionetas (equipadas con cohetes anticarro 68 mm) para poner en jaque el poderío nigeriano… pues lo consiguieron. Volaban tan bajo que, entre la selva, no los detectaban hasta que estaban sobre sus cabezas y el hecho de ser lentos les permitía tener un alto porcentaje de acierto en los blancos. Consiguieron destruir varios MiG y helicópteros en tierra, aeródromos, camiones de suministro y causar cientos de bajas, pero al final, como casi siempre, un ejército de 120.000 soldados apoyados con bombardeos masivos masacró el ejército y, lo que es peor, a la población civil.

Los supervivientes ibo no corrieron mejor suerte, el hambre y la miseria fueron sus compañeros de viaje durante años.

Fuentes: Exile, Hakans aviation, Fdra