La respuesta es… las ortigas.

Además de las ya conocidas propiedades medicinales (diuréticas, antirreumáticas, astringente…) y nutritivas (por su riqueza en sales minerales y vitaminas), las ortigas han tenido otros usos que fueron explotados por los alemanes, en el Primera Guerra Mundial, y los británicos en la Segunda.

Primera Guerra Mundial: habitualmente los uniformes se hacían de algodón pero llegó un momento en el que su producción no podía cubrir las necesidades del ejército alemán (necesita mucha agua, fertilizantes y un clima cálido). Así que, tuvieron que buscar una alternativa para luchar «con dignidad» y la encontraron en las ortigas (fáciles de cultivar y «todoterrenos»). Lógicamente, no se utilizaban las hojas (tienen unos pelillos que liberan una substancia ácida que produce escozor e inflamación en la piel; por eso se conoce como «la hierba de los ciegos«, pues hasta éstos la reconocen con solo rozarla) sino las fibras que se obtenían de los tallos. Tampoco es que los alemanes descubriesen nada nuevo porque este tipo de fibras ya se utilizaban hace más de 2.000 años para fabricar redes, telas… Hoy en día también se fabrican prendas de ortiga.

Segunda Guerra Mundial: en la segunda gran guerra las ortigas cambiaron de bando y se pasaron a los británicos. Al comienzo de la guerra, el gobierno británico recolectó 100 toneladas de ortigas para extraer la clorofila y utilizar este pigmento como pintura de «camuflaje» en sus uniformes.

Ejército Británico

Y para rematar la faena y de regalo… también sirve como CRECEPELO (¿?)

Fuentes e imágenes: Herbal Legacy, Walden Local Food, Foro Segunda Guerra Mundial