Hoy en día, en la mayoría de las reuniones informales alrededor de una mesa y dedicadas al arte del buen comer y del mejor beber, se termina utilizando las servilletas como armas arrojadizas (en competencia con las migas de pan), como látigos, como «cubrecabezas» tipo albañil con cuatro nudos o tipo cachirulo, como improvisados tupperware donde esconder las sobras… Una simple servilleta nos va a demostrar que aunque cinco siglos han dado para cambiar el mundo de arriba abajo, pero en lo referente a nuestras pautas de comportamiento, nuestro carácter, nuestra forma de ser… apenas lo hemos hecho.

La servilleta es un invento de un genio universal, Leonardo da Vinci (1452 – 1519). El gran Leonardo da Vinci (pintor, científico, ingeniero, inventor, anatomista, escultor, arquitecto, urbanista, botánico, músico, poeta, filósofo…) también fue un apasionada de la gastronomía, aunque en este campo no llegó a destacar. Después de algún que otro fiasco, se centró en otros aspectos del buen comer: los modales en la mesa.

Da Vinci

A finales del siglo XV, el embajador florentino en Milán, Pietro Alemanni, escribía en relación al uso de la servilleta:

Y en la víspera de hoy presentó en la mesa su solución a ello, que consistía en un paño individual dispuesto sobre la mesa frente a cada individuo destinado a ser manchado, en sustitución del mantel. Pero con gran inquietud del maestro Leonardo dispusieron sentarse sobre él. Otros se lo arrojaban como por juego. Otros, aun envolvían en él las viandas que ocultaban en sus bolsillos y faltriqueras. Y cuando hubo acabado la comida, y el mantel principal quedó ensuciado como en ocasiones anteriores, el maestro Leonardo me confió su desesperanza de que su invención lograra establecerse.

Pues la servilleta llegó para quedarse, pero demuestra que nosotros no hemos cambiado mucho.

Fuente: Historia del mundo sin los trozos aburridos – Fernando Garcés Blázquez