Hoy nos apuntamos a la iniciativa por la «Convivencia» promovida por mis amigos José Antonio Senovilla y Ángel Cabrera.

Como a esta iniciativa se han unido más de 300 blogs, entre los que hay auténticos maestros en el arte de escribir, yo os voy a contar un cuento, «El cuento del cántaro roto«.

Cuentan la historia de un humilde aguador que  llevaba el agua de un manantial a la casa de su amo en dos grandes cántaros colgados en los extremos de un palo. Uno de los cántaros estaba roto y por el camino perdía la mitad de su contenido, el otro, perfecto como el día que salió de la alfarería,  siempre llegaba lleno. Día tras día el cántaro roto se lamentaba de no poder llevar todo el agua, así durante dos años. Hasta que un día, ya no pudo aguantar más y, mientras el aguador llenaba los cántaros en el manantial, le dijo:

«Estoy avergonzado, y quiero disculparme”.

«¿De qué estas avergonzado?»,  le preguntó el aguador.

«Llevo dos años llevando trabajando contigo y debido a la grieta que tengo en mi costado nunca he podido llegar con todo el agua»

El aguador se sintió triste por el viejo cántaro roto, y le dijo:

«De vuelta a casa, quiero que te fijes en el camino y descubras las bellas flores que lo bordean»

De camino a casa, el cántaro se fijó y, efectivamente, descubrió un manto de hermosas flores silvestres en el camino. Pero nada le servía de consuelo, cuando al llegar a casa seguía medio vacío. Y volvió a pedir perdón por su error.

El aguador le dijo al cántaro:

«¿No te has dado cuenta de que había flores solamente en tu lado del camino, pero no en el lado por donde pasa el cántaro entero? Eso es porque yo siempre he sabido que perdías agua, y saqué provecho de ello. He plantado semillas de flores en tu lado del camino, y cada día mientras que caminamos de regreso del arroyo, tu las has regado. Durante dos años he estado recogiendo estas flores para decorar la mesa de mi amo. Si no hubiese sido así, él no hubiera tenido estas flores tan bonitas para decorar su casa.»

Todos tenemos defectos y cometemos errores (como el cántaro roto). Pero son nuestros defectos los que hacen la vida más enriquecedora e interesante. Sólo tenemos que tomar a cada persona tal y como es. Hay cantidad de cosas buenas en cada una de ellas, a pesar de los defectos que se aprecian.