Mary, una elefanta asiática de más de cinco toneladas, era la estrella del Sparks World Famous Shows que recorría la geografía americana exhibiendo animales salvajes, mostrando la pericia de sus acróbatas y haciendo reír a los niños con sus payasos.

Tenía 30 años, era más grande que Jumbo, el elefante del circo Barnum, podía bailar 25 temas musicales y con un bate de béisbol podía dejar en evidencia a muchos pitcher.

El 11 de septiembre 1916, el Show llegó a St. Paul (Virginia), un pequeño pueblo minero en el Valle del río Clinch. Paul Jacoby, el entrenador de la elefanta, contrató a Walter Eldridge, un conserje de hotel, con la tarea de limpiar, lavar y adecentar a Mary para los desfiles y espectáculos.

Al día siguiente, en Kingsport (Tennessee), no se sabe si por la poca pericia de Eldridge o por el uso indebido de un palo con gancho con el que debía «guiar» a la elefanta, Mary atacó a Eldridge y lo mató. El propietario del Show sabía que ninguna ciudad contrataría un espectáculo con una elefanta asesina y entendió que se sacrificase al animal, el problema era cómo: las armas de fuego disponibles no eran capaces de atravesar el «blindaje natural» de Mary, en el pueblo no había suficiente potencia eléctrica para «freirla»… incluso algún salvaje sugirió atarla con cadenas a dos locomotoras y desmembrarla. Al final, se optó por colgarla de una grúa de los ferrocarriles y ahorcarla.

El 13 de septiembre de 1916, más de 2.500 personas se reunieron para ver la ejecución. Tras algún que otro problema con la cadena, se colgó a Mary y así permaneció durante media hora. Luego se enterró allí mismo.

Ochenta años después se podían comprar camisetas con este «recuerdo»

¡Qué humanos somos!

Fuente: Blueridgecountry, Appalachian History