El expolio de obras de arte y de restos de antiguas civilizaciones ha sido una constante a lo largo de la Historia y, lamentablemente, ha nutrido un importante mercado negro. Unas, como los pirámides de Egipto, fueron protegidas con «trampas» y misteriosas maldiciones; otras, como la biblioteca de Nínive, con castigos divinos. En esta última vamos a centrarnos, aunque el mensaje parece que iba dirigido a los propios asirios que no debían devolver los «libros tras cogerlos prestados de la biblioteca».

El rey Asurbanipal (Sardanapal para los griegos) gobernó Asiria desde el 668 a. C. al  627 a. C. En el reinado de Asurbanipal, el esplendor asirio era evidente no sólo en su poderío militar, sino también en su cultura y las artes. Asurbanipal creó la biblioteca de Nínive, la cual fue la primera biblioteca que recogió y organizó el material de forma sistemática. Se cree que pudo reunir más de 30.000 volúmenes en forma de tablillas de arcilla. El juego más grande de tablillas se encuentra en el Museo Británico de Londres.

En el año 1872 los arqueólogos George Smith y Hormuzd Rassam trabajaban en las ruinas de la biblioteca de Nínive y descubrieron en los bordes de las tablillas de arcilla unas anotaciones relativas a la materia que trataban y un aviso:

Al que se llevare esta tabla, abrúmenle Asur y Belit con su ira, y borren su nombre y posteridad de la faz de la tierra.

Ahora utilizamos mensajes más directos y concretos.

Traducción: Este es tu culo o, este es tu culo en la cárcel O. ¿Alguna pregunta?

Fuente: El libro de los hechos insólitos – Gregorio Doval. Imágenes: Astrosafor, Perufreaks