Si buscamos algebrista en la RAE encontraremos estas dos acepciones:

1. com. Persona que estudia, profesa o sabe el álgebra.
2. com. desus. Cirujano dedicado especialmente a la curación de dislocaciones de huesos.

¿Cómo puede tener una misma palabra significados tan dispares?

La solución la vamos a encontrar en el origen del término «álgebra«. Aunque se considera al matemático griego, Diofanto de Alejandría,  el padre del álgebra, el origen del término proviene de la obra «Hisab al-jabr wal-muqabala» ( «ciencia de la reducción y confrontación» o «ciencia de las ecuaciones») del matemático árabe Muhammad ibn Musa al-Khwarizmi (780-850).

Del término árabe «al-jabr«, traducido al latín, se pasó al término «álgebra«.

Y del significado de «al-jabr«, restauración o reducción, tenemos que los algebristas eran los reparadores. Aunque en desuso, tenemos ejemplos de su uso en grandes autores de nuestras letras como Cervantes o Quevedo.

Cervantes habla de algebristas en el Quijote, en el capítulo XV del tomo II:

Donde fue ventura hallar un algebrista con quien se curó

Así como Quevedo:

Érase que se era (y es cuento gracioso) una viejecita de tiempo de moros, pasa en lo arrugado del anciano rostro, uva en lo borracho, higo en lo redondo. Cucharón por barba, por sombrero, un hongo, por toca, un pañal, por báculo, un tronco. Coja de una pierna, bizca del un ojo, un rosario al cuello de bolas de bolos. Gran mujer del Malo y de los dimoños; para niños, bruja; para niñas, coco. Gruñidora en tiple, rezadora en tono, como una culebra con sus silbos roncos. Médica de emplastos y de lavatorios, y en hacer conciertos algebrista proprio

Esta es la historia de como un mismo término, algebrista, puede tener significados tan diferentes.

Fuente: El club de la Hipotenusa – Claudi Alsina