Cuando comencé Ingeniería, y digo comencé ya que no terminé, todas las asignaturas relacionadas con la Física daban mucho respeto, por no decir otra cosa. Igual que con la Historia, que habría pagado por tener como profesor a un tal Juan Antonio Cebrián, en la Física me hubiese gustado ser alumno de Sergio L. Palacios.

Para quien no conozca a Sergio L. Palacios os contaré que es Profesor del Departamento de Física en la Universidad de Oviedo y que, gracias al estupendo blog «Física en la Ciencia Ficción«, se atreve a difundir y divulgar la Física utilizando la Ciencia Ficción como disculpa.

Y qué mejor que sus palabras para conocer su trabajo plasmado en un libro:

Cuando escribí «La guerra de dos mundos: el cine de ciencia ficción contra las leyes de la física» no pretendía únicamente rendir homenaje a la célebre novela de H.G. Wells, sino dar cuenta al mismo tiempo de algo que sucede a lo largo de sus 37 capítulos. Esto no es otra cosa que una batalla continua entre el mundo de la ciencia ficción y el mundo de la física. Y dicha confrontación me sirve de excusa para divulgar esta ciencia habitualmente considerada como aburrida, árida o inaccesible. En sus páginas intento mostrar leyes y conceptos físicos con una cara amable, haciendo uso del cine de ciencia ficción, un género que suele presentar un enorme atractivo para los espectadores, especialmente los que se encuentran en la adolescencia, un período crítico de la vida donde suelen afianzarse o adquirirse las futuras vocaciones científicas.

Por las 244 páginas de «La guerra de dos mundos» desfilan los héroes y malvados de Star Wars, naves espaciales, superhéroes, armas devastadoras ideadas por científicos locos, viajeros del tiempo, hombres invisibles, cometas y asteroides en rumbo de colisión con la Tierra y muchas cosas más, todas ellas extraídas del imaginario del cine de ciencia ficción. Gracias a la infinidad de errores científicos cometidos o las exageraciones típicas de los guionistas de Hollywood, en cada capítulo del libro se aprovecha para examinar las consecuencias reales que esas equivocaciones tendrían en el mundo físico real, donde imperan las leyes de la física.

He intentado en todo momento escribir mi libro en un lenguaje llano, sencillo, cercano y accesible a todo el mundo, pero sin perder en absoluto un ápice del rigor científico que creo debe mantener una obra como ésta. De hecho, pienso que constituiría una flagrante contradicción no haberlo hecho así, ya que mi condición de profesor universitario me obliga a exigir ese mismo rigor a todos mis estudiantes. La ciencia sin su rigor no se distinguiría demasiado del lenguaje cinematográfico que suelen emplear las películas de ciencia ficción. Además, los títulos de los diferentes capítulos suelen ser un tanto enloquecidos, con mucho sentido del humor. En esta línea, no os perdáis «Las superpajas de Superman«, «Kamasutra para un superhéroe o cómo hacer un 69 en ausencia de pareja» (esta última parte se perdió en la edición definitiva y sólo sobrevivió «Kamasutra para un superhéroe»), «Polvo eres y en galleta te convertirás«, «Ninguna de cal y una de arena«…

«La guerra de dos mundos» nació de una forma curiosa. En el año 2004 propuse al vicerrectorado de mi universidad (la universidad de Oviedo) impartir una asignatura de libre elección que denominé «Física en la Ciencia Ficción». Tras ser aprobado el proyecto, la matrícula ha sido desde entonces más que numerosa, a pesar de ser una universidad relativamente pequeña y de tratarse de una asignatura de física (con todos los inconvenientes que esto suele conllevar). Así, ya son seis cursos consecutivos en los que la he impartido. En el verano de 2006 decidí publicar el material que utilizaba en mis clases, pero no lo hice en papel, sino en forma de blog. Surgió entonces «Física en la Ciencia Ficción«. Desde entonces se encuentran allí recopilados más de 200 artículos. En el año 2008, la editorial Robinbook me propuso hacer una recopilación de varios y publicarlos en forma de libro, el libro que ahora os presento. ¡Espero que os guste y que lo disfrutéis tanto como yo al escribirlo!