MAIVS debe su nombre a la diosa al que estaba consagrado, Maia, también conocida como la Bona Dea. Otra teoría sostiene que era el mes de los ancianos, los maiorum, pero entre los estudiosos del tema parece pesar más la primera opción. Maia era la diosa de la fertilidad, la castidad y la salud. Se la representaba sedente con una cornucopia en sus brazos, símbolo de la abundancia y primer emblema de la colonia Valentia.

A tiempos de Rómulo se remontan las festividades florares y lemurales que tenían lugar durante este mes, quizá para aplacar el remordimiento que le consumía por el asesinato de su hermano Remo. Las festividades en honor de la vida vegetal eran típicas y recurrentes en este mes, consagradas a Apolo y su luz divina, el cual se representaba mediante un hombre maduro que portaba en su testa una cesta repleta de flores.

En las Kalendas de Maius los comerciantes ofrecían sus mercaderías a la diosa Maia. En la Urbe se dedicaba este día a los Lares Tutelares, las divinidades familiares de los antepasados, en cuya memoria se levantaban floridas capillas en cada barrio… ¿Quizá sea este el origen de las cruces de Mayo?

maia

Era la festividad urbana que marcaba el retorno a las actividades cotidianas, de ahí que esta señalada fecha se convirtiese siglos después en la fiesta del trabajo. Se encendía un fuego nuevo y esa llama simbolizaba el triunfo de la vida sobre la muerte. Al término de este ritual, que se celebraba fuera de la ciudad, preferiblemente el monte, se comía una especie de coca dulce con huevo. Para quien no sepa de donde viene la costumbre de comerse la mona de Pascua entre pinos…

El día 3 concluían las Floralia. El pueblo se vestía de colores y el día concluía con cierto libertinaje abocado a ceremonias de fecundación.

El día 7 tenía lugar un ritual curioso, la fiesta del Chivo Expiatorio. Sólo se llevaba a cabo si la ciudad había sufrido una importante calamidad. Se sacrificaba una víctima para los hombres y otra para las mujeres, la primera adornaba su cuello con brevas negras y la otra con blancas. Esto era así porque el dios tutelar de la ceremonia era Apolo, protector de las higueras.

El día 9, 11 y 13 tenían lugar las Lemuria, destinadas a aplacar los Lemures, las almas de los muertos. El Pater Familias debía de levantarse antes del alba y realizar una serie de rituales (tirarse un puñado de habas negras por la espalda, golpear un objeto de bronce, etc) para expulsar los malos espíritus.

En los Idus de Maius tenían lugar las fiestas de Mercurio, en las que los comerciantes expiaban sus remordimientos por las sisas que les hacían durante su actividad comercial a sus clientes. El día 17 comenzaban los festejos en honor a la Dea Dia, la diosa tierra. Los sacerdotes, conocidos como Arvales, se reunían frente al templo a primera hora de la mañana portando una corona de espigas secas en la cabeza. Después acudían a las termas para purificarse y cuando volvían tenía lugar un banquete en el que se consumían los primeros frutos de la cosecha. El día 19 la ceremonia consistía en que el sumo sacerdote de los Arvales sacrificara dos lechones y una vaca. En otro banquete se consumían las víctimas, se ofrecían ollas sagradas a la diosa y se cantaban himnos ancestrales a las divinidades, como este:

Nos, Lares, iuvate
Neve luem ruinam sinas incurrere in plures.
Satur esto, fere Mars!
In limen insili! Sta! Verbera!
Semones alterni advocate cunctos.
Nos, Mamers, iuvato!
Triumpe!

El día 21 concluían las festividades repitiendo el primer ritual.

El día 23 era el Tubilustrium y la Rosalia; el primer rito se consagraba a las trompetas de Vulcano y tenía lugar un concierto en su honor. El segundo consistía en llevar flores a las tumbas honrando a los difuntos.

El día 25 estaba dedicado a Fortuna. El 29 era el día del roble. Esta era una reminiscencia de tiempos muy antiguos, de origen céltico, cuando los santuarios eran los bosques. Se bailaba alrededor de un roble adornado con flores y guirnaldas y la jornada acababa plantando uno nuevo.

Colaboración de Gabriel Castelló autor de Valentia