Gracias a los cómics de Asterix y Obelix tenemos una imagen de los galos como un pueblo que opuso una gran resistencia a la ocupación romana, la realidad es que los «irreductibles» fueron los pueblos prerromanos que ocupaban la pení­nsula (í­beros, celtas…).

Roma tardó 8 años en ocupar la Galia y 2 siglos en tomar lo que luego serí­a Hispania.

En este post nos vamos a centrar en la resistencia de los arévacos (pueblo celtí­bero) y en su capital, Numancia. Desde el 153 a.C. intentaron los romanos tomar Numancia, pero los aguerridos arévacos los rechazaban una y otra vez. Los cónsules Metelo, Quinto Pompeyo y Pompilio Lenas tuvieron que volver a Roma con las manos vací­as y humillados por «unos salvajes».

Pero el que se llevó la peor parte fue Hostilio Mancino. En 137 a.C. ordenó, como todos, asediar la ciudad pero ante la imposibilidad de tomarla y las noticias de la llegada de tropas de otros pueblos celtí­beros y cántabras, levantaron el sitio y se retiraron. Los numantinos, crecidos, salieron tras ellos y los derrotaron. Hartos de lucha y de sangre ofrecieron a Hostilio Mancino un tratado de paz; el cónsul, lógicamente, aceptó y salvó su vida. Pero el tratado debí­a ser ratificado por el Senado romano; así­ que, Hostilio partió a Roma.

Senado romano

Senado romano

El Senado se indignó con el tratado de paz y obligó al cónsul Hostilio a presentarse desnudo ante las puertas de Numancia y permanecer así­ durante un dí­a.

Allí­ se presentó, a las puertas de Numancia, el  pobre Hostilio en pelotas a la vista de todos los defensores de la ciudad. Los numantinos lo dejaron en paz, ya tení­a bastante.

Hostilio a los pies de Numancia (¿?)

Foto: Ezequiel Demaestri.