El año 1816 ha pasado a la historia como el «año sin verano». La erupción del volcán Tambora en Sumbawa (Indonesia), el 10 de abril de 1815, liberó toneladas de polvo de azufre que se extendió por todo el planeta, provocando un duradero enfriamiento que alteró el ciclo agrícola y llegó a producir hambrunas. Estos efectos se hicieron sentir incluso en Suiza. Allí, en Coligny, cerca del lago Lemán, en una elegante mansión llamada Villa Diodati, se habían instalado aquel verano un grupo de amigos llegado de Inglaterra: el célebre escritor Lord Byron; su médico y secretario personal John Polidori; el poeta Percy B. Shelley; su entonces amante y futura esposa, Mary Godwin, y Claire Clairmont, la hermanastra de Mary.

A causa de la climatología se vieron obligados a quedarse largo tiempo encerrados en casa y se aficionaron a pasar las veladas leyendo relatos de terror. De esta forma, entre historias de fantasmas, experimentos y lecturas, el encierro fructificó generosamente el día que Lord Byron propuso que cada miembro del grupo escribiera una historia de terror. Así se hizo, y el resultado fueron dos obras maestras de la literatura fantástica: El vampiro, de John Polidori –la historia de un seductor aristócrata que deja sin sangre a todas las mujeres que caen en sus redes, antecedente del Drácula de Bram Stoker (1897)–, y Frankenstein, de Mary Shelley. De regreso a Gran Bretaña, Mary convirtió su primer relato en una novela que se publicó en 1818 bajo el título Frankenstein o el moderno Prometeo. En 1831, reescribió la historia por completo hasta conseguir la versión definitiva que ha llegado hasta nuestros días.

Ilustración del humorista gráfico José Julio.