Lamentablemente la corrupción en los cí­rculos de poder, hoy en dí­a,  es algo que ya no produce ni sonrojo, y no hace falta que nos vayamos a paí­ses subdesarrollados, donde está asumida, es suficiente con leer los periódicos de cualquier paí­s occidental. Tampoco sabrí­a decir cuándo o dónde nació, creo que es innata a la condición humana, pero sí­ sabrí­a decir que si algún puesto ha personificado la imagen de la corrupción han sido los validos.

El valido, en tiempos del absolutismo, es un puesto de confianza por nombramiento directo del rey y se ocupaba de las cuestiones de Estado terrenales, ya que para las espirituales estaba el confesor. La delegación de poder del monarca en su segundo; una evolución del secretario de Estado en tiempos de Felipe II (Antonio Pérez fue el más famoso). El que gobernaba en ausencia del rey.

Hasta aquí­ parece hasta lógico, pero realmente los validos utilizaban su privilegiado puesto para su propio beneficio – y de los «suyos» ,  aumentando las irregularidades, las arbitrariedades y el favoritismo.

Los validos más conocidos son:

  • Duque de Lerma: valido de Felipe III. Incluso tiene su coplilla popular:

para no morir ahorcado, el mayor ladrón de España se vistió de colorado

El duque de Lerma se libró se ser juzgado por todos sus atropellos y corruptelas tras ser nombrado cardenal.

  • Conde duque de Olivares: valido de Felipe IV. Aglutinó poder y más poder, incluso con la oposición de las Cortes y las ciudades. El endeudamiento de la corona provocó que en 1627 se decretase la bancarrota. Tiene el «honor» de haber perdido Portugal definitivamente para la corona española.

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