Isaac Newton es considerado como uno de los cientí­ficos más grandes de todos los tiempos – para muchos el más grande -. De entre las muchas aportaciones en múltiples campos de la ciencia destaca , por su universalidad o por la anécdota de la manzana, la ley de gravitación universal.

La anécdota es algo parecido a esto:

una buena tarde estaba sentado Newton bajo un árbol y una manzana cayó golpeando su cabeza. La mayoría nos la hubiésemos comido o soltado un juramento; él, mente inquieta donde las haya, se preguntó ¿qué tipo de fuerza hací­a caer los objetos? ¿La Tierra atraí­a los cuerpos?… GRAVEDAD

Vamos a situarnos en lugar de Newton y averiguar qué fue de aquel manzano.

En el año 1666, con 22 años, la peste diezmaba la población inglesa y Newton se retiró a una casa en el campo en Woolsthorpe (Lincolnshire). El bueno de Newton nunca mencionó la anécdota de la manzana, lo hizo su ayudante en la Real Casa de la Moneda, John Conduitt, en unas notas escritas en 1727 (año de la muerte del cientí­fico). De ellas se extrae esta frase:

el primer pensamiento de su sistema de gravitación surge de la observación de una manzana caí­da de un árbol

Posteriores escritos y dibujos (como el que se muestra abajo de 1820) aparecidos aclaran que dicha «casualidad» se produjo en el jardí­n de su casa y la existencia de un solo manzano.

Este manzano fue cuidado por las futuras generaciones de la familia Woolerton que ocuparon la casa hasta 1947. En 1816 un rayo cayó sobre el manzano y destrozó varias ramas, pero las raí­ces eran fuertes y han seguido dando fruta hasta, por lo menos, el siglo XXI.

Esta imagen está tomada en la casa de Woolsthorpe en 1998.

No sé si la anécdota será cierta pero el árbol existió y existe.

Fuente e imágenes: sobrecuriosidades, cracked,  cecs, University of York