Como algunos de mis amigos saben tuve que aparcar un proyecto relacionado con la Historia e Internet (¡qué raro!); la presentación del proyecto iba a rendir un pequeño tributo a unos de mis «maestros», Juan Antonio Cebrián. Contacté con Fernando Rueda, amigo y colaborador del Cebri, para que nos contase cómo sentí­a la Historia nuestro querido Juan Antonio. Ahora que el proyecta ha quedado aparcado me pareció muy atrevido- y estúpido dirí­a yo – que se perdiese esta perla y aquí­ os la ofrezco:

LA HISTORIA QUE JUAN AMABA.

La diferencia entre los profesores de historia, los historiadores y Juan Antonio Cebrián estaba en el enfoque de los temas, sin duda, pero también en algo especial: en su visión de la materia.
Juan Antonio no querí­a competir con ellos -respetaba su trabajo, los admiraba, pero consideraba que su terreno era otro-, simplemente querí­a acercar la historia que él amaba, los personajes que llenaron su adolescencia, a una mayorí­a de gente a quien la historia les parecí­a algo viejo, fuera de uso.
A diferencia de otros especialistas, Juan Antono sentí­a cada pasaje de la historia como una pelí­cula de aventuras. A sus personajes como héroes o villanos, con una causa humana y comprensible que explicaba sus bondades o pecados.
Juan Antonio veí­a la historia en pantalla grande y la transmití­a en Technicolor. Por eso consiguió su objetivo: acercar a la historia a decenas de miles de jóvenes y mayores que descubrieron tantas vidas épicas que les ilusionaron y les hicieron ver su vida de otra forma.
Juan Antonio, en definitiva, ha hecho por la historia más que la mayor parte de los especialists. Porque pensar en los jóvenes de hoy es la mejor forma de ganar el futuro.

Fernando Rueda