Aunque hay varias teorí­as sobre el descubrimiento de Australia, como la de 1522 por el navegante luso Christopher de Mendoní§a o las de los españoles Quirós y Luis Vaez de Torres en 1606, lo cierto es que la gloria y el reconocimiento recayeron en el británico James Cook, con su mí­tico naví­o Endeavour, en 1770.

El estudio de la flora y de la fauna autóctonas deparó en más de una sorpresa; les llamó especialmente su atención unos curiosos animales que se desplazaban dando saltos. Así­ que, preguntaron a los aborí­genes por el nombre de aquellos animales:

«Kan Ghu Ru», fue la respuesta.

Este término fue adaptado a la fonética inglesa y se convirtió en kangaroo (canguro), por lo que fue bautizado con este nombre. Cuando el idioma dejó de ser un problema entre británicos y aborí­genes, se dieron cuenta que el nombre con el que habí­an bautizado a los canguros querí­a decir «no te entiendo«.

Aquí­ es donde me pregunto si esta anécdota es cierta o si es simplemente una leyenda urbana, porque, supongo, que la respuesta a todas las preguntas de los británicos serí­a «kan ghu ru» y no solo a la pregunta por el nombre de los animales saltarines.

Fuente: El parche de la Princesa de EboliMª Pilar Queralt del Hierro