La denominación de «Armada Invencible» me recuerda mucho al tema de los «galácticos» del Real Madrid, por ser un apelativo de sus «enemigos» para motivarse o justificarse en caso de derrota. La Armada enviada por Felipe II contra Inglaterra en 1588 siempre ha estado rodeada de muchos misterios y leyendas. Trataremos de esclarecer esta «empresa». La batalla propiamente dicha será tratada en un post de la sección «Grandes Batallas».

Motivos de Felipe II para la invasión de Inglaterra:

  • Inglaterra estaba prestado ayuda a los rebeldes de Flandes.
  • Los piratas ingleses atacaban los barcos españoles.
  • Fanatismo religioso de Felipe II por imponer el catolicismo a los ingleses.

El primer contratiempo fue el fallecimiento de Don Alvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, que estaba al mando de la «empresa». Para sustituirle, Felipe II eligió a Don Alonso Pérez de Guzmán, duque de Median Sidonia. Si bien no era un prestigioso marino, como Don Alvaro, aportaba muchos recursos económicos y tení­a influencias en la costa atlántica, de donde partirí­a la flota. Se llegó a decir que Don Alonso se mareaba en los barcos y que pidió al monarca no comandar la flota. Pero el duque estaba acompañado de Diego Flores de Valdés, experto marino como asesor naval, y el mando de la operación pasarí­a a manos de Alejandro Farnesio, duque de Parma, cuando llegasen a Flandes.

El papa Sixto V prometió financiación que nunca llegó y los franceses apoyarí­an a los católicos cuando invadiesen Inglaterra. ¿?

La Armada en ningún momento se creo para enfrentarse a los barcos ingleses en el mar, si no que su cometido era el de transportar las tropas hasta Flandes, para reunirse con el duque de Parma y embarcar a los Tercios, verdadera punta de lanza de invasión. La flota española estaba compuesta, en su mayorí­a, por grandes galeones y mercantes armados. Los barcos españoles, así­ como su artillerí­a, eran grandes, lentos, y difí­ciles de maniobrar. La flota inglesa era ligera y rápida, más adecuada a las difí­ciles aguas del canal de la Mancha. Así­ que a la flota inglesa, comandada por el almirante Charles Howard y el «pirata» Drake, no les fue complicado dispersar a la gran flota y atacar a un número de unidades más pequeño. Disparaban más rapido que los españoles y nunca dejaron que las moles flotantes se acercasen a sus rápidas embarcaciones. Sin ser las pérdidas importantes, la Armada no pudo llegar a Flandes y embarcar a los Tercios, por lo que el de Medina Sidonia decidió regresar a tierras españolas. De los 130 barcos que partieron, todaví­a quedaban 116.

El regreso fue bordeando Escocia y después Irlanda. La falta de ví­veres y de agua, las tormentas y las enfermedades causaron muchos más daños que los combates anteriores. En la batalla con los ingleses fallecieron unos 1.500 hombres y unos 18.000 hombres en recorrido de vuelta a casa. Sólo llegaron unos 10.000 hombres del total de 30.000 que partieron de Lisboa.

Pero este desastre, cuasi natural, no impidió a la marina española seguir siendo la más importante. Como ejemplo, en el año 1589 una escuadra mandada por Drake saqueó La Coruña y llegó a Lisboa, donde fue rechazada y perdieron más de 10.000 hombres de los 17.000 que componí­an la expedición. Los ataques a los barcos que transportaba la plata de América fue constante, por ejemplo, en el año 1591 el almirante Howard de Effingham intentó atacar a la flota de las Indias pero nuestros barcos lograron acercarse a los ingleses, para trabar combate «cuerpo a cuerpo», y los hicieron huir. En el año 1604 fallece Isabel I de Inglaterra y se firma la paz.

La conclusión es que la propaganda inglesa siempre ha sido mejor que la nuestra. Incluso somos de los que tiran piedras sobre nuestro propio tejado.

Para saber más: «Batallas decisivas de la Historia de España» – Juan Carlos Losasa, «Grandes Mentiras de la Historia» – Pedro Voltes, «Pasajes de la Historia» – Juan Antonio Cebrián.