«En Calatañazor Almanzor perdió su tambor». Según este dicho popular, en Calatañazor (Soria) Muhammad ibn Abu Amir (al-Mansur, para los cristianos Almanzor) fue derrotado y muerto en esta batalla. Pero la realidad es que dicha batalla nunca existió , o si existió no dejó de ser una pequeña escaramuza sin trascendencia, y que Almanzor murió sin conocer la derrota. Esta leyenda se originó en las filas cristianas para animar a las tropas, muy desmoralizadas por las continuas y devastadoras victorias del «martillo de Ala».

Según el profesor Menédez Pidal:

Almanzor hizo la última expedición de su vida, dirigiéndose a través de Castilla, hacia San Millán; fue una expedición victoriosa como todas, pero tuvo que retirarse al sentirse muy enfermo. Se hací­a llevar en litera… agobiado por crueles dolores… repasó la frontera y llegó a Medinaceli, primera plaza de armas musulmana; murió el 10 de agosto del 1002.

En el lecho de muerte, mandó llamar a su hijo Abd al-Malik, a quién pidió perpetuar a la dinastia amirí­ en el poder de al-Andalus, derrocando al Califa Hisham. Tras salir de la tienda su hijo, roto de dolor, lloró desconsolado y las palabras del gran Almanzor, «esta me parece la primera señal de la decadencia que aguarda al al-Andalus» , profetizaban la destrucción del califato, que luego darí­a lugar a los reinos de Taifas.